
El esposo de Lilí,
que en molestar era experto,
cuando ella se iba a París,
la acompañó al aeropuerto.
En su afán de fastidiarla,
él le dijo al despedirla,
con picardía en sus palabras:
“Me traes una francesita”.
Y cuando ella regresó,
él fue para recibirla
y al momento preguntó:
“¿Trajiste a la francesita?"
Ella con gesto risible,
le contestó sin dudar:
hice todo lo posible
en una verde campiña,
ahora sólo hay que rezar
para que nos nazca niña.