Me encanta ser pez dentro del acuario,
y a través de un cristal mirar la vida.
Dulces manos me sirven la comida
y soy libre en mi mundo carcelario.
Perderme en lo profundo en solitario
surcar por una mar hecha a medida
de líquenes y algas florecida
y el viejo casco de un buque corsario.
Naturaleza muerta que me entiende
la flora y fauna donde soy el dueño
urna de vidrio donde habita el duende.
Tener todo al alcance sin empeño
como si fuera un dios, y me sorprende
ser tan grande en un mundo tan pequeño.
Vivir como el pez, vivir con relajo...
¡ya me gustaría!
sin la pesada carga del trabajo
que los huesos soportan cada día.