desposeída vago desértica de amores,
el corazón se niega sucumbo entre dolores,
la oscuridad intensa es un foso insondable.
Desesperada busco el flujo interminable,
cataratas de vida dejándome dulzores,
pasionales locuras de íntimos ardores,
y este invierno sentirme primavera incansable.
Cuánta quimera inútil, escapar ya no puedo
de filosas arterias socavando el intento…
Cuántas hordas salvajes rompiendo van pilares
de quien fuera guerrera, combatiendo en el ruedo.
Entre recios colosos con ecos en el viento,
las noches regalaban sus risas estelares.
Matilde Maisonnave