6:30 de la mañana

[)O(Lunaazul)O(]

6:30 de la mañana. Absorta en tus pensamientos, esperas paciente la llegada del transporte. La gente pasa a lado tuyo y en su mundo tal vez ni existes, no reparan en tu presencia pues sus mentes divagan lejos, arreglan pendientes, piensan en la temperatura del niño que han tenido que dejar con la vecina, en la tubería dañada por las recientes tormentas, en las interminables cuentas que ahogan y asfixian de diario los hogares de la gente de tu pueblo.

Tu, tu no piensas en nada. Peleas con el encendedor que olvidaste cargar anoche y ahora no enciende. Tus labios sostienen un cigarro ávidos de sentir el humo que te contamina, levantas la mirada vigilando el arribo del transporte. No pasa. Desistes de tu tarea y observas, observas la indiferencia de la gente, sus caras, su manera apurada o en calma de andar y todo eso que observas excita tu mente. Les das nombres, les das vidas.

Aquella mujer solitaria, desaliñada, su cara delata el desvelo, regresa a casa después de una laboriosa noche en la que ha tenido que atender a tres diferentes clientes que pagan con billetes lo que en su casa les da su mujer gratis.

Aquel señor escurridizo, bajito, cubierta la cara con unas enormes y redondas gafas, de traje barato y zapatos gastados, va a la oficina donde confeccionará los estados financieros de la firma que lo ha contratado. Todo el día vivirá la vida que la sociedad le permite, para por la noche llegar a casa y asaltar el guardarropas de su esposa, procurando la apariencia de un ser libre que sin pudor se expresa en la vida, encerrado en su pieza.

Por fin tu transporte llega. Es la hora en que los maestros de la construcción y las señoras encargadas de las labores del hogar ajeno, toman tu misma ruta. Te observas ahí y descuadras con el entorno. Tu falda y saco sastre, zapatilla alta, peinado serio, maletín en mano, todo te delata y las miradas te asaltan. Las de ellas te miran con recelo, con la amargura refleja de quienes han tenido que dejar sus vidas para procurar la dicha de sus amos.

Las de ellos te desnudan, te arrancan las ropas con sus brazos invisibles y te incomoda. Un brazo, tatuado hasta los dedos, pasa insinuante alrededor de tu cuerpo. Tus ojos siguen su ruta procurando esquivarlo, si tienes que hacerlo.

Las damas bajan juntas en la entrada del fraccionamiento, plagado de grandes casas y lujosos autos. Las ves andar desde la entrada hasta cada uno de los hogares que mantienen bellos para placer de otros. Te sientes sola de repente, a merced de toda aquella testosterona que se respira en el ambiente, pequeña rata perdida en el callejón de los gatos, temblorosa y asustada, esperando el momento en que alguno le salte encima y la engulla entera.

La atmosfera se densifica de pronto, treinta pares de ojos encima de ti, acariciándote lascivamente con sus miradas; tu piel se eriza y te extraña sobremanera darte cuenta que estas excitada, te sabes deseada, sabes que en esas treinta cabezas alguna imagen impúdica se manifiesta, y tu, tu eres quien habita en esas treinta mentes ahora, el poder que esa idea te brinda es impresionante y mas te excitas, tu piel se eriza nuevamente y sorprendida te descubres deseosa y húmeda, tomas con calma la escena y respiras profundo, y al tiempo en que recuperas por fin el aliento, las manos, los labios, los cuerpos de esas treinta almas te asaltan, vulneran tu ser… penetran tus recovecos… recorren juntas y separadas, tus valles, tus montañas, tus pozos; sudores, sabores, sustancias… y bajo esos treinta cuerpos tu fragilidad humana, desfalleciendo de placer…

6:35 de la mañana. Por fin la lumbre sale y enciendes el cigarro, el autobús se acerca y estiras la mano haciendo la parada. Das la última bocanada al tabaco y lo tiras para después pisarlo con tu zapatilla. Un largo día de trabajo te espera, no hay tiempo que perder.

[eternity]

Me encanta en la forma que expresas todo, realmente yo te estaba observando en esa parada del bus y veía tu cara. Un placer leerte!! Me transportas....