
Te pienso
¡Qué diminuta
es la vida!
¡Qué incomprensible!
¡Qué ajena!
¡Pensar
que amé tanto
con ojos de niña
asombrada!
Y hoy que mido
el tiempo
transcurrido,
y penetro
en este enorme
pensamiento
que es la vida,
me hastío
de este quebranto
y contemplo
con ojos viejos,
la inmensidad
de este misterio.
Y me pregunto
llorando quedo,
¿para qué vivo?
Y porque amarte
es mi más perseverante
secreto;
ausculto tu mirar
distante,
sereno;
y recostando
mi rostro reflexivo,
surcado de años,
te pienso
y resignadamente
entiendo
para qué vivo.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a Jesucristo
Cta. # 1107040430657
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