Blog-novela: Hasta llegar a ti....(8)

[eternity]

Pesca, asados y mate (8)


En honor a la verdad, he de decir que las primeras semanas aparte de todo lo mencionado, también estuvieron llenas de cariño, de mate, de pesca, de familia.
Sobre todo por parte de Sandro, Ariadna era menos cariñosa, pero aún así y viendo todo lo que estaba haciendo por la casa, se llenó de alegría y algún sábado que otro íbamos a comprar plantas a Rosario, que luego ella trasplantaba, mientras yo seguía pintando las viejas macetas de colorines, así como unas viejas sillas y mesa de jardín que yacían oxidadas en un rincón olvidadas.
Después el asador empezaba a funcionar y a dejar olor a leña por todo el barrio, y no sólo ese, creo que el pueblo olía a asado.
La hermana de Ariadna ya nos había invitado a su casa a comer asado. Tenía una preciosa casa muy cerca del río Paraná, con un inmenso jardín y piscina. Piscina dónde Sandro empezó a dar sus primeras brazadas bajo mi supervisión. Lo que jamás pude enseñarle es a montar en bicicleta.
Lo tenía todo muy prolijo y tanto el marido como ella siempre me trataron muy bien.
La hermana de Ariadna tenía mentalidad europea, en su sangre como en la de Ariadna corría sangre italiana y se quejaba de no haber nacido en Europa. Cada año se cogía su mes de vacaciones y ella sola se iba a Inglaterra dónde tenía muy buenos amigos.
Me dí cuenta, que en muchas ocasiones se escapaba a mi lado para hablar a solas conmigo, ellas no se acababan de llevar bien y yo no veía clara la intención de su hermana.
Al cabo de los meses, claro que lo vi!!! Me estaba avisando del carácter de su hermana.
La costa del Paraná es hermosa. Todos los pueblos tienen una gran historia. Es el segundo río más caudaloso del mundo y al verlo daba la sensación de mar debido a su extensión y sus pequeñas islas.
Por él circulaban barcos de gran tonelaje (no sé si se dice así) pero el Paraná estaba lleno de puertos dónde los barcos cargaban grano.
Muchos fines de semana cogíamos las cañas, el mate y nos íbamos a pescar, o llevábamos la comida en “tapers” y pasábamos el día en el merendero, dónde Sandro jugaba con sus amigos, mientras nosotras de mate en mate jugábamos a las cartas.
Mientras las cosas no se torcían, Ariadna, mujer muy inteligente, se mantenía de buen humor, aunque en más de una ocasión le paraba los pies con respecto a los amigos de su hijo. Pero eso lo contaré más adelante.
Aprendí a pescar, pero con caña pequeña, ajajá.
Aunque en realidad, no era el ir a pescar, era la tranquilidad que se respiraba, era ver como las familias argentinas tomaban mate a todas horas. Cualquier lugar que tuviera pasto (césped) era suficiente para parar, abrir las sillas y tomar mate. Incluso en medio de la autopista o carreteras, dónde hubiera un hueco.


©Conxi

[Mónica Loureiro]

Fragmento de la historia muy bien narrado. Introduce serenidad y escenas de normalidad, de una cotidianidad incluso feliz. Haces que surja un nuevo personaje que parece oscurecerá aún más los tonos de Ariadna... por contraste.