Lo barroco
Publicado: Mié Oct 13, 2010 07:54
Son de barro, y son de arena.
Son del mar, que inspira al pintor soez.
Suena una tormenta, a lo lejos.
Es una pena maldecir.
¿Estás bien?
Se escuda en su lienzo. Se arropa, en su vergüenza,
linaje de melazas y jaleas y olé.
Trenzas y pecas en la cara. Tierra, que mana leche y miel.
Se tapa sus arrugas, con las manos.
Es un fiero, don Miguel. Susana le ha quitado la custodia de los hijos.
Una rosa y un clavel. Sinceramente: "Acabado", jajaja.
Sin puñetera gracia. Y se arrima a la pared.
Se llena de cal, el muchacho.
Vuelve a la pensión, mascando briznas de hierba.
Anhela volver a volver. Esa barca, con esos remos y esa gran,
madre. Por llamarla de algún modo unívoco. Que deje en paz al asomo soez.
¡Es que le faltaba el respeto, casi todos los días del año!
Más vale maña que fuerza. Es muy bestiajo, don Miguel.
Se esfuerza. En escorzo, encuentra, listo para el retrato, una jugosa mujer.
¿Susana?
Camina, bordeando los chapoteos de las olas, sobre las rocas, desnudas, abajo.
¿Susana, eres tú? ¿Estás desnuda?
¡Acabado! ¡Estás acabado! Responde ella, cruel.
Y él baja, y la besa, y la detiene, en su intento de volver a sacudirle.
Con aquellas ansias. Esa Rita Hayworth que no duda en morder.
Y morder...
Es un fiero, don Miguel. Susana le ha quitado la custodia de los hijos.
Una rosa y un clavel. Sinceramente: "Acabado", jajaja.
Sin puñetera gracia. Y se arrima a la pared.
Se llena de cal, el muchacho.
Esta vez, en soliloquio, se guaresce la madre. Se va, donde el hotel.
Habla, mientras el viento la hace apresurarse.
Llueve a cántaros, y amenaza con volcarse, un torrente, encima del pueblo aquel.
¡Un torrente! Que alguien me salve.
Y llega, echa trizas, a la pensión, donde Don Miguel se está aseando, desnudo.
¡Ring, ring!
Está membrudo, el avellano. Está como cerezo en flor.
Está cachas y forzudo, pero mojado. Está...
¿Estás bien?
Son del mar, que inspira al pintor soez.
Suena una tormenta, a lo lejos.
Es una pena maldecir.
¿Estás bien?
Se escuda en su lienzo. Se arropa, en su vergüenza,
linaje de melazas y jaleas y olé.
Trenzas y pecas en la cara. Tierra, que mana leche y miel.
Se tapa sus arrugas, con las manos.
Es un fiero, don Miguel. Susana le ha quitado la custodia de los hijos.
Una rosa y un clavel. Sinceramente: "Acabado", jajaja.
Sin puñetera gracia. Y se arrima a la pared.
Se llena de cal, el muchacho.
Vuelve a la pensión, mascando briznas de hierba.
Anhela volver a volver. Esa barca, con esos remos y esa gran,
madre. Por llamarla de algún modo unívoco. Que deje en paz al asomo soez.
¡Es que le faltaba el respeto, casi todos los días del año!
Más vale maña que fuerza. Es muy bestiajo, don Miguel.
Se esfuerza. En escorzo, encuentra, listo para el retrato, una jugosa mujer.
¿Susana?
Camina, bordeando los chapoteos de las olas, sobre las rocas, desnudas, abajo.
¿Susana, eres tú? ¿Estás desnuda?
¡Acabado! ¡Estás acabado! Responde ella, cruel.
Y él baja, y la besa, y la detiene, en su intento de volver a sacudirle.
Con aquellas ansias. Esa Rita Hayworth que no duda en morder.
Y morder...
Es un fiero, don Miguel. Susana le ha quitado la custodia de los hijos.
Una rosa y un clavel. Sinceramente: "Acabado", jajaja.
Sin puñetera gracia. Y se arrima a la pared.
Se llena de cal, el muchacho.
Esta vez, en soliloquio, se guaresce la madre. Se va, donde el hotel.
Habla, mientras el viento la hace apresurarse.
Llueve a cántaros, y amenaza con volcarse, un torrente, encima del pueblo aquel.
¡Un torrente! Que alguien me salve.
Y llega, echa trizas, a la pensión, donde Don Miguel se está aseando, desnudo.
¡Ring, ring!
Está membrudo, el avellano. Está como cerezo en flor.
Está cachas y forzudo, pero mojado. Está...
¿Estás bien?