
Que ceda la seda
lo suave del trazo,
que ajusten los lazos
la cruz en señal,
que vuelque en par
el uno incitante,
que suden las partes
donde queme nadar.
Que venga y vaya
la raya en juego,
que queme sus velos
la danza del siete,
que ajuste grilletes
el agitado empeño,
que arañe de adentro
el flujo impaciente.
Que pierda el sentido
la noción del mismo,
que arrastren los ríos
la causa de cauce,
que sacuda y tale,
el leño, los nidos,
que aborten los gritos
y el gemido estalle.
Que abra lo estrecho
el profundo paisaje,
que arda el follaje
los campos sitiados,
que muerdan los labios
lo precoz del goteo
que estrangule el deseo
lo último del viaje.
GOGO