El paraje
Publicado: Dom Ene 04, 2009 02:38
Las sábanas que duermen sin respirar,
un poco más viejas quizás,
la luz penetra igual, alumbra la soledad.
A los rincones con afán
de oscuridad hace sus presos
aunque sea por unas horas nada más.
la silla donde nuestra ropa
también jugaba a la felicidad,
se encuentra sobre las mismas baldosas,
pequeña cama sin nadie a quien abrazar.
La copia de Degas, bailarina torpe
que aún sigue porfiando
por su zapatilla poder calzar.
La almohada quizás llore
desde que no se entrega a tu cabeza
apoyar, pero se dio la vuelta,
así que en sus sentimientos
no podemos escarbar.
Se encuentra el orinal, el espejo velado
que cuelga en la pared: nos vio desnudos
tantas veces que estamos fotografiados
en su cerebro de cristal.
El viejo colchón rayado no puede gemir
y guarda un triste silencio, como lluvia
fina que cae en el mar.
La puerta se entreabre con vana ilusión:
nunca por el pasillo ve las siluetas
de nuestro amor como aquellas tardes
vio llegar.
La mesita añora tus manos que,
cual palomas, sobre ella iban dejando
tus bonitas joyas, tus braguitas rosadas
porqué decías que entre la otra ropa
se te arrugaban.
El cenicero es un pequeño volcán
que ya murió: ni tus cigarrillos con filtro,
ni los míos tampoco, de tabaco negro
que tanto le molestaban. Ninguna mano hoy
aprieta su fondo con cierta excitación.
La alfombra yace olvidada bajo la cama,
chica antes bonita y hoy perdida
en una tibia oscuridad, muy enfermiza.
La puerta se entreabre con vana ilusión...
un poco más viejas quizás,
la luz penetra igual, alumbra la soledad.
A los rincones con afán
de oscuridad hace sus presos
aunque sea por unas horas nada más.
la silla donde nuestra ropa
también jugaba a la felicidad,
se encuentra sobre las mismas baldosas,
pequeña cama sin nadie a quien abrazar.
La copia de Degas, bailarina torpe
que aún sigue porfiando
por su zapatilla poder calzar.
La almohada quizás llore
desde que no se entrega a tu cabeza
apoyar, pero se dio la vuelta,
así que en sus sentimientos
no podemos escarbar.
Se encuentra el orinal, el espejo velado
que cuelga en la pared: nos vio desnudos
tantas veces que estamos fotografiados
en su cerebro de cristal.
El viejo colchón rayado no puede gemir
y guarda un triste silencio, como lluvia
fina que cae en el mar.
La puerta se entreabre con vana ilusión:
nunca por el pasillo ve las siluetas
de nuestro amor como aquellas tardes
vio llegar.
La mesita añora tus manos que,
cual palomas, sobre ella iban dejando
tus bonitas joyas, tus braguitas rosadas
porqué decías que entre la otra ropa
se te arrugaban.
El cenicero es un pequeño volcán
que ya murió: ni tus cigarrillos con filtro,
ni los míos tampoco, de tabaco negro
que tanto le molestaban. Ninguna mano hoy
aprieta su fondo con cierta excitación.
La alfombra yace olvidada bajo la cama,
chica antes bonita y hoy perdida
en una tibia oscuridad, muy enfermiza.
La puerta se entreabre con vana ilusión...