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Dulce amiga





Era una tarde de verano, en una puesta ya de sol, en la que cruzamos palabras y un sonido armonioso engalanó nuestro alrededor.
Pensé nunca más iba sentir esto, pensé que el amor me podía ser esquivo, no se aún si es amor o lo estoy comparando con ello, pero si sé que es una nueva ilusión que germina en mi camino.
Fue como media hora la que platicamos y fue más que suficiente para darme cuenta que delante mío tenía a una niña muy digna de ser mirada, y es que fueron mis ojos los coquetos que se posaron sobre los tuyos, ocasionando un gran eclipse de amor.
Conversábamos de la manera más amena y tenia la curiosidad de saber que te inspiraba yo o que te producía el estar ahí sentada frente a frente con un extraño conversando de la vida, al mismo tiempo que hablábamos pensaba que quizá era uno más de tus amigos, o tal vez un chico con el que si podías platicar, y me conformaba con ello; pues una linda relación comienza paso a paso, hasta que pueda tomar tu mano, acariciarla y llevarte conmigo al paraíso que te propongo que se llama Felicidad.
Es con la misma tarde, del mismo verano, del mismo día, de la misma hora, del mismo lugar; que soñé esa misma noche, pero muy distinta la historia que me tocó en la realidad.
Te soñé esa tarde, la cual no iba ser ya la última, te soñé convirtiéndome en tu amigo, en tu pañuelo de lágrimas, en la persona en quien podías confiar, y en el hombre que estaba dispuesto hacerte amar.
Pasaron miles de cosas por mi cabeza, pasó la alegría de conocerte, pasó la tembladera de esa que se siente cuándo piensas que realmente alguién te esta gustando y te frecuenta, pasó la emoción de un día más volverte a ver y pasó por el corazón la ilusión de un nuevo gran amor.
Es ya otro día y te sigo pensando, comienzo a soñar esta vez despierto en un próximo encuentro, en una mirada y un saludo, deseo saludarte con un beso dándote a conocer que te extrañé y que muero por ser tu compañero.
Sólo le pido a Dios que te encuentres bien donde estés, a las estrellas que alumbren tu lindo caminar y a la tierra que haga brotar la rosa más bella, para que en nuestro próximo encuentro yo te la pueda regalar.
Fuiste la amiga de un día y conquistaste mi corazón por una eternidad.
Hasta un nuevo día o hasta un próximo verano.
Adiós.









JOHN MANNY