Soledad.
Publicado: Dom Ene 20, 2013 17:01
Que sublime suena la soledad detrás de mi espalda, que cálida se siente sobre la melancolía. Necesito estar solo. No por capricho, ni si quiera por asco ni histeria ni hastío. Es más torpeza, egoísmo; es más por mí que por ellos.
No me atrevo a mirar atrás, es un infinito muy corto que parte de mis raíces, y que en cualquier momento puede echar esas raíces en la tierra que sostiene mis pasos, y tragárselos con una terrible facilidad. Y yo no quiero ser un árbol más del sistema.
Mi pasado le pertenece a todos, menos a mí, a mi hermosa soledad, a mis silencios, mis manos dibujando dudas sobre puertas cerradas y camas vacías; la compañía de la gente me ha enseñado a estar solo. No, no me atrevo ni quiero mirar atrás.
Jamás entregaría mi silencio -quíteseme la palabra, la voz o la vida, pero aún, después de la vida, jamás entregaría mi silencio-; ¿de qué se alimentaría mi pobre soledad? ¿En dónde bebería? ¿En dónde haría el amor y lloraría como un niño al terminar?
De soledad están llenos los muertos, los dichosos muertos que no sueltan una sola lágrima al irse -Si los muertos pudieran levantarse de su ataúd, sólo lo harían para darle sus condolencias al que se queda vivo- de soledad y de gusanos, se llena su cuerpo; de silencio y dicha, el alma durmiente.
Necesito estar solo, sólo conmigo, solo, conmigo; conmigo sólo; entre tanta gente, estoy con todos, menos conmigo, y no, eso no, no soporto dejarme solo, solo con ellos.
La gente está llena de soledades pequeñas, su compañía, su mirada, su forma de decir buenos días, que calor hace o hazme el amor.
Esta dosis tan pura que me regalo de soledad y que la gente me empuña…
No me atrevo a mirar atrás, es un infinito muy corto que parte de mis raíces, y que en cualquier momento puede echar esas raíces en la tierra que sostiene mis pasos, y tragárselos con una terrible facilidad. Y yo no quiero ser un árbol más del sistema.
Mi pasado le pertenece a todos, menos a mí, a mi hermosa soledad, a mis silencios, mis manos dibujando dudas sobre puertas cerradas y camas vacías; la compañía de la gente me ha enseñado a estar solo. No, no me atrevo ni quiero mirar atrás.
Jamás entregaría mi silencio -quíteseme la palabra, la voz o la vida, pero aún, después de la vida, jamás entregaría mi silencio-; ¿de qué se alimentaría mi pobre soledad? ¿En dónde bebería? ¿En dónde haría el amor y lloraría como un niño al terminar?
De soledad están llenos los muertos, los dichosos muertos que no sueltan una sola lágrima al irse -Si los muertos pudieran levantarse de su ataúd, sólo lo harían para darle sus condolencias al que se queda vivo- de soledad y de gusanos, se llena su cuerpo; de silencio y dicha, el alma durmiente.
Necesito estar solo, sólo conmigo, solo, conmigo; conmigo sólo; entre tanta gente, estoy con todos, menos conmigo, y no, eso no, no soporto dejarme solo, solo con ellos.
La gente está llena de soledades pequeñas, su compañía, su mirada, su forma de decir buenos días, que calor hace o hazme el amor.
Esta dosis tan pura que me regalo de soledad y que la gente me empuña…