La unión de un beso (Cuento)

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marqués_decadente
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La unión de un beso (Cuento)

Mensaje por marqués_decadente » Mar Ago 14, 2012 14:27

La unión de un beso


"Un mundo nace cuando dos se besan."
Octavio Paz


Era una mañana un poco fría y nublada, José abrió los ojos y lo primero que observó delante de él fue el reloj colgado en la pared de su cuarto. Desde su ventana se veía el amanecer. Después de aquello, contempló detenidamente aquel aparato y ante su asombro vio que el reloj marcaba para mala fortuna de él las 7:40 a.m.
—¡Maldición!, se me hará tarde para llegar al cementerio—, dijo en tono pesimista.
Aquel día era un 02 de noviembre, este día normalmente en México se festeja lo que comúnmente se conoce como “El Día de Muertos”, la gente va a los panteones a visitar a sus seres queridos que ya no se encuentran en este mundo.
José se levantó de la cama de un gran salto, fue hacia la sala y la cocina y no encontró a su padre, supuso que ya se encontraba en el trabajo. Tomó una ducha rápida, al salir del baño fue nuevamente hacia su recámara a cambiarse de ropa, arregló su peinado y salió de su casa.
Se topó con un vecino que lo saludó cordialmente:
—Hola José —, dijo su vecino — ¿A dónde te diriges?
—Hola Ernesto, voy al cementerio a llevarle flores a mi difunta madre, como hoy es 02 de noviembre, se me hizo buena idea ir a donde ella descansa—, contestó José con un sentimiento de tristeza.
—Muy bien José, créeme que comparto tu dolor, se que ha sido difícil para ti no tener a tu madre en estos meses pero tú no te preocupes, podrás salir adelante, tienes a tu padre quien te apoya—, le alentó Ernesto.
—Gracias por tus palabras Ernesto, creo que otro día charlaremos con más calma que se me hace tarde, además recuerda que en este día los panteones están retacados de gente—, dijo José riéndose.
Prosiguió caminando hasta llegar al cementerio donde descansaba su madre. Como lo afirmó ante su vecino, el panteón estaba a reventar de personas, los puestos donde venden veladoras, adornos, coronas y flores estaban atendiendo constantemente a todo aquel que se acercara a ellos. José se acercó a un puesto de flores y vio unas lindas flores llamadas cempasúchil. Compró un ramo y se dirigió a la entrada del cementerio.
Caminó hasta llegar a la tumba de su madre y colocó las flores en la lápida y comenzó a rezar por su madre. José creía mucho en Dios y cada vez que tenía oportunidad rezaba.
A los pocos momentos que terminó de rezar miró a su alrededor y observó cerca de otra tumba a una muchacha, era bellísima y José al verla no pudo evitar sentirse atraído hacia ella. Observó que en sus ojos se derramaban conscientemente lágrimas de dolor por la muerte de un ser querido que era la razón de su profunda tristeza.
José dándole vueltas en la cabeza todo, tenía miedo de acercarse a ella. La chica era lindísima, se sintió un poco inseguro. Pensó que tal vez ella lo ignoraría ya que a lo que ella le pasaba no era de su incumbencia. Armándose de valor, se dirigió hacia la chica y le dijo:
—Oye, disculpa. Estaba allí solo cuando de repente te vi llorando y no pude resistir a preguntarte que es lo que te sucede—
—Muchas gracias, sólo vine aquí a donde descansa mi padre que falleció hace poco más de un año, me vinieron a la mente muchos recuerdos de él y no pude evitar sentirme algo triste—, le respondió la chica.
—Oh, yo sé muy bien como te sientes. Yo vine a visitar a mi madre que lamentablemente falleció hace aproximadamente siete meses, me siento muy desamparado aunque mi padre ha sido un buen ejemplo para mí y me ha apoyado. Mi padre también sufrió mucho la pérdida de mi madre, los dos estaban muy enamorados, se conocieron cuando se encontraban en la preparatoria. Podría decirte que en realidad ellos se amaban y mi padre aún la ama aunque ella ya no esté con nosotros—, dijo José.
—Lástima que yo no pueda decir lo mismo—, añadió la muchacha— Mis padres se divorciaron cuando yo apenas era una niña. Todo el amor que ellos se tenían desapareció poco a poco a causa de las constantes discusiones y peleas que ellos mismos mantenían en su vida diaria. Cuando ellos se decidieron separar, yo me fui a vivir con mi mamá y a mi padre lo veía los fines de semana. Era muy atento conmigo, me llevaba a pasear y jugaba conmigo. Para él yo era lo más preciado que tenía, ya que mi madre y él ya no se querían. Él falleció a causa de cáncer—, dijo ella entre lágrimas.
—Que difícil debió haber sido para ti enfrentar ese problema. Dejando de hablar de cosas tristes te diré mi nombre. Me llamo José Valenzuela y tengo 17 años. ¿Me harías el favor de decirme tu nombre? —, preguntó el muchacho.
—Mmm… Yo me llamo Elizabeth Castillo y tengo 16— respondió la chica—. Mucho gusto de conocerte.
Así siguieron hablando José y Elizabeth sobre sus vidas, sus experiencias y muchas cosas más. El tiempo se fue descaradamente rápido. Poco a poco se comenzó a sentir en sus corazones amor uno por el otro, tanto que deseaban que ese momento durara así por el resto de sus días. Se sentían tan identificados entre ellos mismos porque pasaban por el mismo dolor de perder a un ser querido. Reían, lloraban, conversaban. Fueron a una cafetería que se encontraba cerca para continuar con su plática.
Se veían como una pareja perfecta a pesar de conocerse apenas ese día, la gente los observaba al pasar y envidiaban esa química que tenían los dos.
Llegó el atardecer, habían vuelto a entrar al cementerio, fueron a donde se encontraban las tumbas del padre de Elizabeth y la madre de José, estuvieron serios observando las lápidas y el uno al otro. Después de un rato decidieron irse de ahí. Habían pasado un gran día ellos dos, que deseaban que nunca acabara. José tenía planeado pedirle su teléfono o su dirección a Elizabeth, pero decidió esperar hasta llegar a la salida del cementerio.
Al salir de aquel lugar, ya estaba entrando la noche, se observaron frente a frente de una manera tan especial y se confortaron con un gran abrazo. Después de eso, José y Elizabeth se vieron cara a cara y sin poder evitarlo por parte de los dos, juntaron sus labios y se dieron un gran beso que juntaba dos mundos para formar uno sólo, aquello pareció que había durado una eternidad y había sido tan especial para estos dos enamorados.
Llegó un auto de color negro a la acera enfrente del cementerio, dentro de él se observaba a una mujer, Elizabeth al instante reconoció el coche y quien lo conducía. Era su madre que venía por ella, se le notaba en ella una furia que para Elizabeth ya era común ya que conocía muy bien el carácter autoritario que poseía su mamá. La mujer bajó del carro y dirigiéndose hacia donde estaban aquellos dos jóvenes, volteó hacia Elizabeth y le dijo:
—Hija, ya es muy tarde para que estés aquí en la calle a estas horas, vámonos a casa. Vamos que tengo prisa, necesito realizar un informe para mi trabajo y entregarlo mañana y no tengo tu maldito tiempo— dijo enojada.
—Pero mamá, no te he presentado a mi amigo José, lo conocí hoy aquí en el panteón cuando fui a la tumba de mi padre… — dijo Elizabeth.
—No me interesa— replicó la madre de Elizabeth—, tengo que irme ya.
La señora la agarró del brazo y la subió al coche contra su voluntad, arrancó el motor de su automóvil y se fue. José que no pudo ni despedirse de su amada, observó desde la acera como Elizabeth se iba lejos de él y comenzó a brotarle lagrimas en sus ojos al igual que Elizabeth que veía a través de la ventana la silueta de aquel joven del que se había enamorado y que pensó que tal vez nunca iba a volver a ver.
José pasó por su mente lo mismo que a Elizabeth, que tal vez nunca la volvería a ver, pero pensó detalladamente que tal vez la podría encontrar el próximo 02 de noviembre en el otro año. Se le hacía muy larga tal espera y sentía tristeza. Ya era de noche y al encontrarse sólo afuera del cementerio no tuvo más remedio que volver a su casa muy pensativo y serio.

AÑO SIGUIENTE


Y a había pasado todo un año sin que José y Elizabeth estuvieran juntos. Aquel día también 02 de noviembre José se levantó de un ánimo excepcional, decía en su mente “volveré a encontrarme con Elizabeth”, estaba animado.
Se dio una gran ducha, desayunó, se cambió de ropa y se dirigió al igual que como el otro año al cementerio. A la entrada compró de nuevo un ramo de flores de cempasúchil, pero esta vez otro de rosas para Elizabeth.
Al llegar a aquel lugar dónde se habían conocido, observó recordando la primera vez que la miró tan linda y radiante a Elizabeth, estaba ahí arrodillada rezando por el alma de su padre. Al terminar sus rezos Elizabeth volteó y observó a José que estaba a un lado de ella. Con infinita felicidad se abrazaron como aquella vez hace un año, después juntaron sus labios y se dieron otro beso de amor que al igual que el otro fue muy hermoso.
Frente a la tumba de la madre de José y la del padre de Elizabeth, inició la historia de amor de Elizabeth y José que gracias a ellos estaban en ese momento, juntos como dos enamorados.
Se tomaron de la mano y se dirigieron a la salida del panteón charlando y prometiéndose amor el uno al otro y fue así como la muerte de dos seres queridos por cosas del destino juntó a dos personas que con el más puro amor unieron sus vidas.

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Romantyka
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Re: La unión de un beso (Cuento)

Mensaje por Romantyka » Mié Ago 15, 2012 06:36

marqués_decadente


Saludamos lo que nos deja esta bello cuento de Octavio Paz .
Gracias por compartirlo y como es obvio quedan las huellas de mi paso....

Que el Señor guie su camino!

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Esmeralda
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Re: La unión de un beso (Cuento)

Mensaje por Esmeralda » Jue Ago 16, 2012 10:38

Sin duda una hermosa historia de amor entre dos jóvenes.
A veces el amor tiene caminos misteriosos para poder llegar a los corazones de los enamorados.
Gracias por compartirnos este cuento que he disfrutado.
Saludos desde la distancia.



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