
EL ALREDEDOR
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El hombre y también la mujer, pensaban al principio que los ojos tenían la capacidad de ver en razón a que emitían unas partículas hacia el objeto y así lo captaban. De ahí el que se miraban con frecuencia para tratar de capturarse. Pues la frecuencia está muy relacionada con las ondas y partículas.
Hoy que pasó ya bastante tiempo desde el principio (en nuestra escala de medir el tiempo). Ambos siguen pensando como al principio, pero lo hacen de otra manera. No se preocupan mucho de esas cosas que parecen evidentes. Diversas observaciones y experimentos, llegaron a la concusión de que sucedía al revés. Era el objeto el que irradiaba las partículas y el ojo un mero captor de sus impactos.
Se preocuparon entonces de buscar un aspecto que produjera o hiciera salir mejores esos que les digo impactos y así llegó el aspecto y la moda de esos seres ultramodernos. Pero no era el ojo el que veía los impactos, al igual que la placa o pantalla de una cámara oscura con un orificio por donde entran esas partículas… No ve!. La pantalla no se entera, de lo que allí aparece. Eso no lo ve la pantalla… Ni tan siquiera la pantalla del ojo.
Es “el Yo”, que recibe la información que procesa el cerebro a través de los impactos en esa pantalla. el que organiza todo eso como una imagen o representación a su manera de todo el caos que llega con dichos golpes o “impactos” que les dije. Y así, con esas imágenes, imagina el universo que le rodea, a través de los ojos.
Con el sonido sucede parecido, pero aquí no son las partículas sino la vibración del medio. Quiero decir la vibración del medio material que nos rodea (a nosotros, de los que hablamos) y ayudados por la vista, entendemos que es lo que produce las vibraciones: Esa mosca; aquel riachuelo, mi mujer…Que se acerca! (Escondo dando vuelta a la hoja! y que no me copie lo que escribo)… y ahora que se marchó. Prosigo.
(Bueno! en realidad prosigo escuchándola arriba, de otra forma distinta y me acuerdo de mi hermano que es sordo, pero puede sentir las vibraciones y puede bailar tocando la música con las manos en una pared (y suena cómico, pero ya sabían los indios de las praderas por donde viajaban las manadas de los bisontes ). Mi hermano es muy alegre y me comunicó a mi mucha tristeza, intentando siempre explicarle las cosas… que hoy mi mujer me dice: “Pero porque les hablas así!... Y tan alto!… Acaso crees que son sordos… “. (Y la verdad es que nunca me creí muchas cosas). Pero prosigo como había dicho.
Y así con la vista y el oído, tenemos bastante de momento para interpretar. Aunque no es suficiente y hay más de lo que hablamos. Pero de momento, tenemos partículas para los ojos y vibraciones para los oídos. La diferencia y que parece ser muy fundamental, es que las vibraciones que entendemos sonoras. No se pueden producir en el vacío ausente de materia y no podemos hablar a voces desde la tierra, con nuestra novia que está en la luna. Pues las ondas cesarían en la “ya muy tenue” capa de la estratosfera, o un poco mas arriba que tendrá su nombre. Pero la luz, parece ser que puede propagarse y sus partículas atravesar los espacios vacíos por lo cual… Sí podría! comunicarme con mi novia mediante una buena linterna… O con muy buena vista mediante señas corporales… Que a más, no podríamos llegar, dada la enorme distancia (En nuestra escala de medir distancias).
Pero también la luz, parece ser que es la vibración de algo que le dicen como “un campo electro-magnético”. Que suena a extraño y mágico. Y tal vez se produzca también en ella algún sonido en ese raro vibrar y que no captamos por su gran frecuencia que no puede seguir el tímpano. Esto queda un poco raro y es que no lo expliqué antes. a su debido tiempo. Vuelvo pues a machacar:
Que no es el tímpano el que escucha!. También ahí llegan las ondas (como sucedía con la pantalla y las partículas) y el tímpano no se entera y repetimos… Es “el Yo” con la información del cerebro y alguna maquina contadora de esas frecuencias el que nos permite disfrutar de una pieza musical o sentir las palabras.
Pero “el Yo”, tiene la virtud y habilidad de pasar como desapercibido, siendo a la vez el interprete y el emisor de muchas cosas y lo hace así para no perturbarnos entre lo ocupado que está (resolviendo e interpretando todas esas cuestiones) y lo distraídos o preocupados que andamos nosotros…. Y es como múltiple, diverso y especializado. De modo que solamente nos da “el Yo” más practico o necesitado en el momento, para no complicarnos mucho la percepción de la vida. Y resulta también muy complicado el intentar hablar con él porque nos envuelve de preguntas y problemas, pensando que nosotros se las podemos resolver.
Interesa el estudio de ese “Yo”, pues aunque puede ser tremendamente complicado el abordarlo, el resultado podría ser extensible para entender todos los “Yos”… Pues en algo se parecerán, al menos de nombre. El tú “YO”, el mi “Yo” el su “YO”, no dejan de tener el mismo nombre a pesar de ser el tuyo, el mi(y)o y el suyo.
El “Yo”, del que poco nos acordamos algunas veces, siempre está cercano para pedirle ayuda.
Donde habré dejado hoy las llaves YO?... y no tarda mucho tiempo en venir a decirnos el lugar.
Otras no nos lo dice de inmediato… y entonces lo tratamos de “Tu” diciéndole “Tú sabrás” y del mismo modo coloquial nos las encuentra más tarde, respondiendo: “ya se donde las dejaste Tú”…
Y Allí están!.
No deja de ser raro en la forma en que las puede encontrar. Pues al “Yo”. Podría pensarse que no le preocupan mucho las cosas que están fuera, ya que no puede alcanzarlas mas que como dijimos, con los sentidos. Pero no puede entrar en ellas, dado que le quedan fuera… Aunque algunos tratan de querer engañarnos con esa física cuántica y de lo estadístico y la incertidumbre en que todo puede estar a la vez dentro y fuera. Lo cual sería imposible si solamente existiera un universo… pues “el Yo” estaría siempre dentro.
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Tomado de la www
Consecuentemente, y aunque se piense que algunos aspectos de los fenómenos mentales escapen a las propiedades del mundo material, no se puede abandonar la tarea de buscar la raíz de los fenómenos mentales (y de la conciencia) en las leyes que gobiernan el universo, o sea en la física, aunque -probablemente- en leyes físicas que estamos muy lejos de conocer, aún, a cabalidad. Es lo que plantea Roger Penrose en su obra Las sombras de la mente y en su investigación acerca de los fenómenos físicos que pudieran explicar una realidad tan extraña.
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No conozco ese libro, pero se seguirá hablando mucho tiempo de todas esas cuestiones, mientras no se conozca como salta la rana de la luz en el vacío haciendo de partícula (hoja en el estanque), para saltar en onda llevándose de nuevo la hoja para posarse en el siguiente salto. je.
jose francisco.