Nostalgia mentirosa
Publicado: Sab Feb 25, 2012 00:34
Duermo entre nostalgias mentirosas donde el tiempo las maquilla a su antojo y a mi placer, pues nada puede ser tan frustrante como aferrarse a un recuerdo inútil y que no valga la pena. Algo bueno tiene que quedar, algo de valor tiene que haber tenido.
Por ese malestar supura agua de mis heridas, agua dulce de manantial, y mis ojos se tornan soñadores cuando pienso en ella.
Como todas las cosas que aparecen, apareció de repente una noche, donde las horas vacías exacerbaban mi soledad; y préstamente me sentí a merced de su boca fascinadora.
Y pasó lo que tenía que pasar. Mis oídos escucharon lo que querían oír, y mis ojos imaginaron el futuro que se desea paladear.
Las manos quedaron quietas, pero a la expectativa de arrancar con el primer zarpazo poseedor, sintiendo el calor anticipado de su cuerpo leve.
En mi mente puse palabras que nunca hubo pronunciado, y di por hecho lo que nunca se sugirió.
Y mientras mi necesidad elevaba mi demanda al infinito, su oferta cotizaba a valores siderales.
Finalmente, no pude pagar el precio y me marché. Yo solito, sin que nadie me echara, con la última cuota de dignidad que me quedaba, antes que se me desgarrara a jirones la piel.
Sin embargo, nada me priva de recordarla, adorando las sensaciones únicas que sentí a su lado.
No eran compartidas, pero eso no importa, mi estupidez se agrada en regodearse en esas sensaciones. Y mi fanfarronería se toma revancha en haber birlado lo que emanaba de ella para que ahora las disfrute.
Por ese malestar supura agua de mis heridas, agua dulce de manantial, y mis ojos se tornan soñadores cuando pienso en ella.
Como todas las cosas que aparecen, apareció de repente una noche, donde las horas vacías exacerbaban mi soledad; y préstamente me sentí a merced de su boca fascinadora.
Y pasó lo que tenía que pasar. Mis oídos escucharon lo que querían oír, y mis ojos imaginaron el futuro que se desea paladear.
Las manos quedaron quietas, pero a la expectativa de arrancar con el primer zarpazo poseedor, sintiendo el calor anticipado de su cuerpo leve.
En mi mente puse palabras que nunca hubo pronunciado, y di por hecho lo que nunca se sugirió.
Y mientras mi necesidad elevaba mi demanda al infinito, su oferta cotizaba a valores siderales.
Finalmente, no pude pagar el precio y me marché. Yo solito, sin que nadie me echara, con la última cuota de dignidad que me quedaba, antes que se me desgarrara a jirones la piel.
Sin embargo, nada me priva de recordarla, adorando las sensaciones únicas que sentí a su lado.
No eran compartidas, pero eso no importa, mi estupidez se agrada en regodearse en esas sensaciones. Y mi fanfarronería se toma revancha en haber birlado lo que emanaba de ella para que ahora las disfrute.