Viernes por la noche
Publicado: Lun Dic 19, 2011 13:11
Viernes por la noche. Te suenan fuerte los pasos en la azotea y por alguna razón desconocida, rompes tus hábitos y decides seguir el camino de aquellos zapatos que resuenan en tu cabeza.
Tu mundo se ve de repente iluminado con las luces nocturnas, luces artificiales, que en tu afán por admirar los astros, has pretendido mantener lejanas. Pero esta noche, esta noche será la tuya.
Sigues sin prisas los caminos que la distracción te marca y todo aquello que observas alimenta tu mente impresionantemente.
Rituales paganos disfrazados de fiesta que observas en todos lados. La calle plagada de antros. Señoritas, minifalda corta, zapato alto te observan tras los afeites que les uniforma, vendiendo fantasías a precio de billete verde.
Te detienes indiferente y cruzas aquella puerta adornada con focos y piezas enormes que brillan en los muros, asemejando las lentejuelas de un traje barato.
Tomas asiento y ordenas tu elixir y mientras el líquido ámbar te llega, bebes con los ojos las miles de historias que en aquél lugar se llevan a cabo.
El calor del Caribe te obliga a abandonar tu sitio un par de veces para refrescarte, y recorres aquellos pasajes saturados de aromas, de cuerpos, de carnes, sin lograr impedir los contactos no deseados.
Al llegar al destino, te sorprende observar a la entrada una imagen que indica se trata de un lugar asexuado, mixto. Sin censura ni remilgos, encuentras tangas o bóxers a tu paso.
Tu mente exaltada te regala una imagen alocada. Delante de ti se encuentra el, briago hasta las rodillas, gemelo tuyo de estados alterados; la atracción intensa te lleva a caer en sus brazos. Desesperadamente se entregan los cuerpos en un candente abrazo, sin nombres, sin saludos, sin protocolos absurdos, el lenguaje de la piel no tiene palabras. Sudores, sabores, gemidos sofocados, y al fondo la música estridente del antro.
Refrescas tu frente notoriamente inspirada plasmando con prisas la imagen en tu servilleta gastada, de un sorbo terminas tu copa y sales caminando, distraída, en busca de nuevas historias que pidan a gritos ser plasmadas.
Tu mundo se ve de repente iluminado con las luces nocturnas, luces artificiales, que en tu afán por admirar los astros, has pretendido mantener lejanas. Pero esta noche, esta noche será la tuya.
Sigues sin prisas los caminos que la distracción te marca y todo aquello que observas alimenta tu mente impresionantemente.
Rituales paganos disfrazados de fiesta que observas en todos lados. La calle plagada de antros. Señoritas, minifalda corta, zapato alto te observan tras los afeites que les uniforma, vendiendo fantasías a precio de billete verde.
Te detienes indiferente y cruzas aquella puerta adornada con focos y piezas enormes que brillan en los muros, asemejando las lentejuelas de un traje barato.
Tomas asiento y ordenas tu elixir y mientras el líquido ámbar te llega, bebes con los ojos las miles de historias que en aquél lugar se llevan a cabo.
El calor del Caribe te obliga a abandonar tu sitio un par de veces para refrescarte, y recorres aquellos pasajes saturados de aromas, de cuerpos, de carnes, sin lograr impedir los contactos no deseados.
Al llegar al destino, te sorprende observar a la entrada una imagen que indica se trata de un lugar asexuado, mixto. Sin censura ni remilgos, encuentras tangas o bóxers a tu paso.
Tu mente exaltada te regala una imagen alocada. Delante de ti se encuentra el, briago hasta las rodillas, gemelo tuyo de estados alterados; la atracción intensa te lleva a caer en sus brazos. Desesperadamente se entregan los cuerpos en un candente abrazo, sin nombres, sin saludos, sin protocolos absurdos, el lenguaje de la piel no tiene palabras. Sudores, sabores, gemidos sofocados, y al fondo la música estridente del antro.
Refrescas tu frente notoriamente inspirada plasmando con prisas la imagen en tu servilleta gastada, de un sorbo terminas tu copa y sales caminando, distraída, en busca de nuevas historias que pidan a gritos ser plasmadas.