Blog-novela: Hasta llegar a ti....(11)
Publicado: Lun Nov 14, 2011 21:02
Adiós Nona, adiós
Es complicado explicar con palabras todo lo concerniente a esa “aparición”. No voy a decir que viera a nona paseando por la casa como si nada, si que diré que en las madrugadas una especie de sombra blanca pasaba por el pasillo que daba a las dos habitaciones.
Ariadna me llamó, Conce eres tú? No, yo estoy en la cama, pero también lo he visto.
Se pudiera pensar que era algo psicológico, yo misma no daba crédito, pero tampoco tenía miedo.
Lo hablábamos durante unos minutos mientras desayunábamos siempre y cuando Sandro no estuviera escuchándonos.
Algo muy dentro de mí me decía que nona estaba allí cuidando de Sandro, no sé si alguno de vosotros ha vivido episodios parecidos, te lo puedes creer o no, hasta que un día hubo pruebas.
Llegaba la primavera a Argentina, mientras en España entraba el otoño, y nuestros armarios necesitaban un cambio de ropa. Guardar la que era completamente de invierno e ir sacando ropa más ligera.
Ariadna tenía un armario enorme dónde no sólo guardaba la ropa de ella sino también la de Sandro, que dormía con ella desde que era bien pequeño.
Antes de eso, Ariadna había recibido una carta del banco, en la que le informaban que había un saldo mil pesos en la cuenta de la madre. Fue al banco y le dijeron que para sacar ese dinero tenían que venir las dos hermanas y rellenar una serie de formularios.
Yo me hice cargo de ir a buscar los formularios, de ir rellenándolos para que ellas los firmaran, ya que ninguna de las dos disponía de tiempo. Pero empezaron a pedir tantos papeles que las hermanas decidieron de mutuo acuerdo dejar ese dinero allí, ya que consideraban que ir a Rosario y pedir certificados de nacimiento y tal les iba a traer más gasto que en lo que realidad eran los mil pesos.
Sacamos toda la ropa, y mucha de ella acababa en la bolsa de la basura. Otras prendas no habían sido ni estrenadas por Ariadna, la cual me decía que es que era una compradora compulsiva, cosa que es verdad.
Sacó las joyas que tenía en una cajita y me regaló un anillo que había sido de su madre. Los pendientes a juego no los encontraba.
Nos tiramos un par de horas colocando la nueva ropa primaveral en cajones y estanterías del armario.
Las bolsas de ropa que ya no servía o quería, fueron guardadas en un rincón para regalarla a familias más necesitadas y otras acabaron en las basuras completamente inservibles.
Al otro día por la tarde, Ariadna estaba en su habitación y me llamó en un grito. Conce, vennnnnn!!!
Me acerqué a su habitación asustada, y me dice mira en ese cajón de la coqueta. Abro el cajón y me encuentro mil pesos y los pendientes a juego con el anillo que me había regalado de la nona.
(Hoy aún están en mi casa de Barcelona los pendientes y el anillo)
La miré con sorpresa y me dijo:
__tú has puesto ahí esos mil pesos?
__No Ariadna, ni los mil pesos ni los pendientes.
__No habrás sido tú, que al trasladar aquí las camisetas estuvieran en medio de ellas?..le dije yo.
__No Conce, tú misma viste cómo arreglaba este cajón.
Al final llegamos a la conclusión de que los mil pesos eran aquellos que estaban en su cuenta y que los pendientes era lo que me faltaba junto con el anillo.
Yo ya no le quise dar más vueltas al asunto, me pareció más lógico pensar que entre las camisetas estaban los pendientes y los mil pesos por mucho que Ariadna me dijera.
Una tarde cansada de mi agotador día, (me despertaba a las 5 de la mañana cada día, no podía dormir, me imagino que era el cambio de horarios y de forma de vida.) me acosté la siesta.
De repente sentí un beso en mi mejilla. Rápidamente abrí los ojos y esperaba encontrarme a Sandro, pero no fue así, no había nadie y la puerta se mantenía intacta.
Desde la habitación les llamé y apareció Ariadna y Sandro.
__Quién me ha besado?
__Besado?
__Si, quién ha entrado a la habitación y me ha dado un beso?
__Nadie, estarías soñando.
__No, no estaba soñando. Enmudecí, se fueron al living e intenté seguir descansando, pero en mi mente se dibujaba Nona.
Sé que pensareis que estaba soñando, pero os prometo que no fue así. Sabía que Nona se había ido de allí para siempre, se despidió con un beso, y sé que era en agradecimiento por estar allí y cuidar de su nieto. Hay cosas, verdades, que no sé sabe por qué, pero se sienten muy dentro.
Me quedé traspuesta no sé cuánto tiempo más, hasta que me despertó un llanto y la entrada de Sandro llorando a mi habitación.
La noticia era: que debíamos abandonar esa casa en unos días.
Sé que es difícil creer todo esto y sé que es fácil encontrar una explicación más lógica, pero yo sé lo que he visto, lo que vivido y así lo he explicado.
©Conxi
Es complicado explicar con palabras todo lo concerniente a esa “aparición”. No voy a decir que viera a nona paseando por la casa como si nada, si que diré que en las madrugadas una especie de sombra blanca pasaba por el pasillo que daba a las dos habitaciones.
Ariadna me llamó, Conce eres tú? No, yo estoy en la cama, pero también lo he visto.
Se pudiera pensar que era algo psicológico, yo misma no daba crédito, pero tampoco tenía miedo.
Lo hablábamos durante unos minutos mientras desayunábamos siempre y cuando Sandro no estuviera escuchándonos.
Algo muy dentro de mí me decía que nona estaba allí cuidando de Sandro, no sé si alguno de vosotros ha vivido episodios parecidos, te lo puedes creer o no, hasta que un día hubo pruebas.
Llegaba la primavera a Argentina, mientras en España entraba el otoño, y nuestros armarios necesitaban un cambio de ropa. Guardar la que era completamente de invierno e ir sacando ropa más ligera.
Ariadna tenía un armario enorme dónde no sólo guardaba la ropa de ella sino también la de Sandro, que dormía con ella desde que era bien pequeño.
Antes de eso, Ariadna había recibido una carta del banco, en la que le informaban que había un saldo mil pesos en la cuenta de la madre. Fue al banco y le dijeron que para sacar ese dinero tenían que venir las dos hermanas y rellenar una serie de formularios.
Yo me hice cargo de ir a buscar los formularios, de ir rellenándolos para que ellas los firmaran, ya que ninguna de las dos disponía de tiempo. Pero empezaron a pedir tantos papeles que las hermanas decidieron de mutuo acuerdo dejar ese dinero allí, ya que consideraban que ir a Rosario y pedir certificados de nacimiento y tal les iba a traer más gasto que en lo que realidad eran los mil pesos.
Sacamos toda la ropa, y mucha de ella acababa en la bolsa de la basura. Otras prendas no habían sido ni estrenadas por Ariadna, la cual me decía que es que era una compradora compulsiva, cosa que es verdad.
Sacó las joyas que tenía en una cajita y me regaló un anillo que había sido de su madre. Los pendientes a juego no los encontraba.
Nos tiramos un par de horas colocando la nueva ropa primaveral en cajones y estanterías del armario.
Las bolsas de ropa que ya no servía o quería, fueron guardadas en un rincón para regalarla a familias más necesitadas y otras acabaron en las basuras completamente inservibles.
Al otro día por la tarde, Ariadna estaba en su habitación y me llamó en un grito. Conce, vennnnnn!!!
Me acerqué a su habitación asustada, y me dice mira en ese cajón de la coqueta. Abro el cajón y me encuentro mil pesos y los pendientes a juego con el anillo que me había regalado de la nona.
(Hoy aún están en mi casa de Barcelona los pendientes y el anillo)
La miré con sorpresa y me dijo:
__tú has puesto ahí esos mil pesos?
__No Ariadna, ni los mil pesos ni los pendientes.
__No habrás sido tú, que al trasladar aquí las camisetas estuvieran en medio de ellas?..le dije yo.
__No Conce, tú misma viste cómo arreglaba este cajón.
Al final llegamos a la conclusión de que los mil pesos eran aquellos que estaban en su cuenta y que los pendientes era lo que me faltaba junto con el anillo.
Yo ya no le quise dar más vueltas al asunto, me pareció más lógico pensar que entre las camisetas estaban los pendientes y los mil pesos por mucho que Ariadna me dijera.
Una tarde cansada de mi agotador día, (me despertaba a las 5 de la mañana cada día, no podía dormir, me imagino que era el cambio de horarios y de forma de vida.) me acosté la siesta.
De repente sentí un beso en mi mejilla. Rápidamente abrí los ojos y esperaba encontrarme a Sandro, pero no fue así, no había nadie y la puerta se mantenía intacta.
Desde la habitación les llamé y apareció Ariadna y Sandro.
__Quién me ha besado?
__Besado?
__Si, quién ha entrado a la habitación y me ha dado un beso?
__Nadie, estarías soñando.
__No, no estaba soñando. Enmudecí, se fueron al living e intenté seguir descansando, pero en mi mente se dibujaba Nona.
Sé que pensareis que estaba soñando, pero os prometo que no fue así. Sabía que Nona se había ido de allí para siempre, se despidió con un beso, y sé que era en agradecimiento por estar allí y cuidar de su nieto. Hay cosas, verdades, que no sé sabe por qué, pero se sienten muy dentro.
Me quedé traspuesta no sé cuánto tiempo más, hasta que me despertó un llanto y la entrada de Sandro llorando a mi habitación.
La noticia era: que debíamos abandonar esa casa en unos días.
Sé que es difícil creer todo esto y sé que es fácil encontrar una explicación más lógica, pero yo sé lo que he visto, lo que vivido y así lo he explicado.
©Conxi