
LOS AMORES DE LA ROSA DE CRISTAL.

Cuentan que; hace cinco años en lo más alto del Pico Bolívar existió una rosa, especial cuya belleza singular era el atractivo de los pobladores de la ciudad de Mérida y de turistas nacionales e internacionales.
Sus pétalos siempre abiertos, frágiles, en ellos se podían reflejar los colores del arcoiris, de la cordillera andina, la luz que iluminaba el corazón de dicha rosa era dorada, como los rayos del sol.
Era acariciada por los vientos fríos de la región. Le cantaba a ella el cóndor de los Andes Venezolanos, ante el sonido de los diversos riachuelos la rosa se sentía arrullada. Aunque se encontraba sola, nunca lo sintió así, sino como parte inherente a la vida misma.
En las noches invernales donde la noche se engalana; los luceros parecen tener un brillo especial, que invitan a soñar con ternura, amor, paz y sabiduría. La noche reflejaba en la rosa de cristal su poca luz, ambas sentían la dicha del narciso y el río de la leyenda.
La rosa aunque era tierna, noble y de buen corazón, sufría enormemente ante su incapacidad de expresar sus sentimientos, emociones, que no fuese a través de textos poéticos ó lagrimas, en su más absoluta soledad dejaba salir de sí, cual manantial de agua cristalina; que al entrar el Alba se trasformaba en el más hermoso roció vespertino.
Nadie podría sospechar que; esa rosa de cristal lloraba en su soledad y sin poder solventar su pequeño inconveniente y poder dejar fluir de sí aquellos sentimientos sin el temor, que se resquebrajasen cuales cristales si no eran correspondidos, los cuidaba tanto, les mimaba pero no era feliz así.
En el devenir del tiempo, un día conoció a unos Ojos Verdes Aceitunas, y una voz fuerte que le hacían sentir como una chiquilla, que apenas comenzaba a ver la vida, y en parte le hacia sentir feliz, cuidada, mimada y un tanto intimidada, pero su incapacidad impidió dar rienda suelta a ese dulce amor. Pero reflejaba un tono rosa ante el nuevo sentimiento, pero tanto su corazón, como sus hormonas se hallaban ocultas en el más gélido y recóndito lugar donde nadie podría tocarles ni encenderles.
Por ese entonces, conoce a Dulce Ilusión, que sin darse cuenta cautiva un corazón con dulces palabras avivo sus sentidos y sus deseos. Comenzó a tejer dulces sueños con hilos de plata, y la vida se lleno de ilusiones y los días eran plenos radiantes como el florecer de una primavera y lentamente su color fue cambiando a un carmesí. ¿ Y como no habría de cambiar? Ante ella un nuevo mundo se develaba con un toque de ternura, pasión, amor y aventura, al ofrecérsele un mundo lleno de rosas, sonrisas que colmarían su vida.
Haciéndola sentir un marejar nuevo de sentimientos, y está a él un revolotear de mariposas en su
estomago en cada encuentro furtivo... El tiempo paso y junto a está dulce ilusión aprendió a decir?¡TE QUIERO! y por primera vez, se sintió tan libre la rosa de cristal como nunca antes.
Al compás de la canción llamada Tantita Pena, comienza a conocer a un par de Ojos Azules, como el mediterráneo, que le cautivaron invitándole a nadar y a descubrir un alma noble, era hermoso como un sueño. Lleno de nobleza, ternura y buenos propósitos, pasaban tiempo conversando y lamentándose ambos de habitar en continentes distantes; eran cautivos el uno del otro. Para un cumpleaños de la rosa los ojos azules le regalo el más preciado obsequio, colmado de pletóricos deseos, un día radiante, donde el sol engalanase todo a su alrededor y un arcoiris niño se descubriese ante su mirada invitándole a descubrir sus secretos y el revolotear de las aves le dieran mil besos... Y la luna saliese más radiante y hermosa que, de costumbre y con su luz iluminase esa noche mágica en compañía de los luceros. Y todo ello le hizo cambiar de nuevo el color la rosa, a un tono azul mediterráneo donde los sueños son plenos y libres similar al mar y al cielo al fundirse en uno.
Por ese entonces también conoce al Romano, que sin querer se apodera de un corazón solitario, que añoraba a la dulce ilusión de otros tiempos, y de quién no se tenía noticias, comenzó las llamadas telefónicas, las sonrisas, él saberse querido de nuevo, y con ello el redescubrir de un mundo olvidado o adormecido. El mundo de las hormonas en armonía con el corazón.
Pero la dicha fue leve, como todo la rosa de cristal, para ese entonces se había tornado de un rojo vino ante el calor de un nuevo sentimiento.
La rosa, continua navegando en otros corazones y llenándose de afectos, recuerdos, pero sin perder su toque especial y lentamente se van trasformando sus pétalos de cristal a aterciopelados y lo más interesante de ella es que, jamás tubo en su tallo espina alguna. No lo considero necesario, nadie la agrediría, ni ella haría el menor daño.
Y en su infinidad de amores conoce un Soñador, el cual al confesarle su amor y tratar de huir de este, en vano le hizo brotar de ella unas lagrima, y su espíritu voló en otro plano, en uno astral y fue a un lugar desconocido en Norteamérica a un muelle donde el frío rozaba su rostro, la densa neblina hacia su entrada y se vio tomada de la mano de ese ser especial. Sus vestimentas eran las de invierno él vestía una gabardina negra, un pantalón vaquero, una camisa armani a rayas y una bufanda, mientras ella vestía un traje largo compuesto de un vaquero ajustado a su figura, de color negro, un suéter tejido de hilo de color vino, un sobretodo negro y una bufanda en combinación con su suéter... En ese instante él sintió lo mismo y sus corazones se hincharon de dicha.
Con el soñador aprendió a valorar el verdadero significado del amor, amor es dar, entregar sin esperar nada, siendo libre y siendo todo. Hoy ambos suelen encontrase en las estrellas solitarias.
Hoy en día la rosa de cristal, es una hermosa mujer, y en noches de estrellas su alma se eleva sobre ellas, en busca de sus amores perdidos ó a encontrase en la estrella; la cual conforma un Pegaso con un Unicornio Azul, que entre escritos, charlas y sonrisas añora, porque sus almas se reflejan; como si fuesen un par de ojos de agua y es muy grande el cariño que se profesan.

AUTOR: : MARÍA AUXILIADORA FERNÁNDEZ VELÁSQUEZ.
MÉRIDA. VENEZUELA. 16/10/05.
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