
¿ME DAS PERMISO?

La "Declaración universal de derechos humanos" supone no ser discutida por mitos, dogmas o extremismos políticos, pero es obvio que las facetas del ser humano abarcan una diversidad de innumerables formas o maneras de actuación.
Se dice que sus creencias, sus sentimientos, sus ideales, sus inclinaciones emocionales y su forma de exteriorizarlas ya sean a través de la personalidad o de la sexualidad de cada individuo, merecen ser absolutamente respetadas.
Pero como todo en esta vida, existen ciertos limites, pues esto solo ocurre si de verdad creemos que el ser humano esta muy por encima de los dogmas e imposiciones de aquellos que no comparten sus tendencias.
Hablando en un plano más profesional, escuchamos decir que la tolerancia es el signo diferencial de la capacidad racional del ser humano, pero una vez más el ser humano tiende a la descalificación y a la degradación de aquellos que le rodean y tienden a opinar o sentir diferente, incluso en casos extremos se han tomado el atrevimiento de llamarlos "anatema".
¿Cómo ser tan ciegos y no darse cuenta del daño que pueden estar haciendo a personas que ni conocen bien? Personas que nos rodean en el diario vivir. Personas que no conocemos su grado de humanidad e incluso seres muy allegados y queridos como lo son la misma familia.
La homosexualidad es tan natural en el ser humano como su propia estructura corporal, puesto que desde tiempos inmemoriales las tendencias sexuales y sobre todo los afectos personales, se han depositado libremente en aquellos seres hacia los cuales se siente amor, simpatía y deseos de compartir vivencias personales. Más surge una pregunta:
¿Por qué tiene que vivir el ser humano a escondidas? o lo que es peor ¿Por qué tiene que pedir permiso para expresar un sentimiento tan grande como lo es el amor?
En este mundo donde a todo se le da un valor, es muy natural que se imponga el pluralismo sin retroceder ni un milímetro en el reconocimiento de la igualdad y la libertad. Pero no se puede llegar por la vía de la ficción o de la fe a negar los valores fundamentales de la convivencia humana, y entonces surge otra pregunta:
Si el amor es "libre" y es la base del matrimonio, ¿Por qué no se puede homologar jurídicamente el amor entre seres del mismo sexo en el plano de la igualdad con las parejas heterosexuales?
Si el matrimonio hablando religiosamente es un sacramento, creo que todos debemos tener "derecho al mismo", ¿Acaso no es Dios uno solo y Padre de todos aquellos que lo aman, buscan e invocan y creen en El fervientemente?
Si observáramos con más detenimiento a las leyes, descubriríamos que el matrimonio religioso, por si mismo no es admitido como relación jurídica sometida a las leyes de los hombres en una gran parte de diferentes países.
Los creyentes demuestran su coherencia respetándolo y contrayéndolo, pero no pueden imponer al Estado que limíte la regulación jurídica de otras relaciones en las que la esencia de su origen y establecimiento está en el amor recíproco entre ambos creyentes, iguales en derechos a igualmente libres.
¿Acaso los homosexuales no tienen derecho a creer en Dios e ir a la Iglesia?
Soy de opinar que "la libertad de amar" significa que los Estados no tienen para que mezclarse en los sentimientos y emociones espirituales de los humanos.
¿Te imaginas que el Estado regule tus amistades o sentimientos y prescriba la perfección de un contrato para que dos seres se sientan unidos por simpatia reciproca?
¿Suena a locura verdad?
Pero todos sabemos que el Estado es libre de usar los mecanismos democráticos de elaboración de las leyes, para igualar a todos ante una relación de pareja, pero "los intereses ocultos" hacen que esas leyes se tomen en contra de mismo hombre.
La procreación como se dice en la encíclica de Pío XI, CASTI CONNUBI, es la finalidad natural del matrimonio, pero no es la única, ya que es igualmente matrimonio la unión entre parejas heterosexuales que por razones genéticas no pueden procrear o simplemente deciden eliminar la procreación como fin único e inexcusable de su matrimonio.
Lo mismo han hecho con el divorcio y el aborto, abandonan toda esperanza de reprimirlo, pero consideran intolerable que a la uniones de personas del mismo sexo se les de el nombre de matrimonio, ya que según su particulares creencias o dogmas, esta reservado, no se sabe por que autoridad a las uniones únicamente entre un hombre y una mujer.
Cualquiera que conozca la historia de la Iglesia Católica sabe que el concepto actual de matrimonio religioso nace en el concilio de TRENTO (1530) y que la escisión de los anglicanos y luteranos procede del rechazo a su indisolubilidad.
No dudan en proponer el dialogo con otras religiones, pero se niega a sus propios fieles con tendencia homosexuales el acceso al sacramento del amor.
En pocas palabras, un homosexual puede ser bautizado y recibir todos los restantes sacramentos incluido el sacerdocio pero no se les reconoce la posibilidad de sacramentalizar el amor.
En lo personal me gustaría que alguien lo explique satisfactoriamente, ya que reducidos al absurdo, hacen proclamación de su respeto a la unión de personas del mismo sexo y el reconocimiento de "ciertos derechos", pero se alzan airados contra la denominación de tan aberrante relacion como matrimonio.
Si abriéramos bien los ojos veríamos que todo es un "sucio negocio" entre el clero y los gobiernos, donde los valores humanos salen sobrando y la imposición hace su gala, y las preguntas antes este absurdo despliegue de falacias y rancias intransigencias podría prolongarse hasta el infinito.
Pero a mi ante el increíble espectáculo solo me queda preguntar a aquellos que se creen dignos de llevar altos cargos en las instituciones tantos gubernamentales como religiosas, extendiéndola a todos aquellos que se creen con el derecho de juzgar la vida ajena.
¿Soy libre para amar?
¿Tengo derecho a ser feliz y a expresar mi felicidad?
Por mi parte tengo mi propia respuesta, puesto que Dios dijo:
...Conoceréis la verdad y la verdad os hará libre...
Juan Cap:8 Vers: 32

Tatiana I. Lamas
@ngel of the Night
2008
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