Al llegar, entró y saludó a su madre que, como respuesta, le dio una reprimenda muy justificada porque él había dado lugar a que ella se preocupara al pensar que algo malo le pudo haber pasado.
Muy callado soportaba el reclamo de su madre y cuando ella terminó de hablar, le dijo:
-Mamá, ¿Qué hacías cuando mi papá y tú se gustaban y no podían hablarse? Seguro que deseabas verlo ¿Verdad? Y creo que mi papá también te quería ver para hablarte y decirte que le gustabas ¿Verdad? La madre calló al darse cuenta que su hijo tenía algo de razón. La diferencia estaba en que ella y Mariano, el papá de Paco, eran adultos. Ambos trabajaban y tenían amistades comunes. Paco era menor de edad, no trabajaba, y sus amistades no eras las mismas de las de Tina. La madre de Paco recordó cuando por primera vez se vió con su futuro esposo a escondidas de sus amistades. Le dijo entonces a Paco:
-Hijito, cuando vayas a ver a tu amiguita, avísame, sólo eso te pido.
-Prometido mamita, lo haré.- respondió el hijo y le dió un beso a su madre. Beso que ella recibió en la frente.
Empezaba para Paco los momentos más felices y hermosos de su vida. Se había enamorado. Luego de cenar y terminar sus tareas escolares, se fue a dormir, no sin antes desearle las buenas noches a su mamá que empezaba a darse cuenta que su hijito ya no era tal, sino un hombre que empezaba a tener sus sentimientos de amor por una chica. Ya Paco se había colocado su pijama, al acostarse empezó a recordar cada uno de los segundos y minutos que había pasado al lado de “su pequeña”. Y como le había prometido un poema, se sentó en su cama, tomó su cuaderno de Literatura, sacó con mucho cuidado la hoja central y escribió:
Siempre que a mi colegio me dirigía
una linda chica me miraba,
y de azul vestida siempre estaba
esperando que llegue el tranvía.
Llegado éste, ella subía,
se colocaba en el asiento que a mi lado daba
y mi vista fijamente seguía
al tranvía que a “mi pequeña” se llevaba.
Cierto día, al paradero llegué temprano,
de pronto en la esquina la ví aparecer,
se me acercó y le tendí mi mano.
Con su dulce sonrisa me agradeció,
así fue como la llegué a querer
y entre ella y yo lo más hermoso nació.
Cuando terminó de escribir el poema se dio cuenta que sólo había corregido tres palabras. Todo lo demás había salido desde el fondo de su corazón, como fluyen las aguas de un manantial para darle vida y alegría al campo llenándolo de flores. Pasó el poema a una hoja en blanco, una hoja de papel bond que usaba para hacer sus dibujos. Tomó los lápices de colores que estaban en su escritorio. Hizo dos dibujos: uno de dos corazones sobre un campo de flores y el otro de los perfiles de un chico y una chica mirándose. Dobló con sumo cuidado la hoja, la guardó y finalmente se metió en su cama para dormir.
Rebeca salió al encuentro de Tina que estaba terminando de cerrar la puerta y le preguntó:
-¿Te dijo algo?- inquiriéndole si Paco se le había declarado.
-No. Pero… no quise soltar su mano y viniste a interrumpir, ¿Sabes una cosa? ¡Me besó!- le respondió Cristina con algo de melancolía.
-¿En la boca?
-No. Nos besamos acá- Tina se tocó la mejilla -Hubiera deseado que sea acá- agregó tocándose los labios. -Rebe, me enamoré de Paquito, ojala que mañana lo vuelva a ver.
-Sí. Lo vas a ver, te lo aseguro- le dijo la primita con mucha firmeza.
-Es que me ha prometido un poema y sé que me lo va a traer, me lo dice mi corazón. Este corazón mío no me engaña. ¿Tú crees que él también me quiere?
-Jajaja, Tina- rió Rebeca que muy seria agregó: -No te quiere, la verdad es que no te quiere…-
-¿¡Nó!?
-No te quiere... perder, pues hija- Y Rebeca empezó a reír con ganas. Agregando enseguida:
-Date cuenta Tina, Paco te ama. ¿Leíste el poema que te dio? Te aseguro que ya vendrán otros poemas más, verás que sí. Ahhh… si quieres le digo a mi tía que tú y Paco…-. Iba a continuar, pero se contuvo porque Tina le respondió casi a gritos:
-¡No!¿¡Estás loca!?- Y luego muy despacito agregó: -Mira, no le digas porque creo que mi mamá sospecha de él, deja eso por mi cuenta que yo se lo diré.
-Bueno, pero si no le dices tú, entonces se lo digo yo.
-¿Me traicionarás?
-¡Sííí…! Jajaja- reía Rebeca, pero en el fondo sabía que no lo debía hacer.
Las primas se fueron a dormir hablando sólo de Paco, hasta que el sueño las venció.
En la mañana siguiente, el sábado, después del desayuno, doña Julia le da instrucciones a su hija: -Tina, hijita, mientras ordeno los cuartos, vas lavando las tazas y cubiertos del desayuno.
-Si mamita- respondió Cristina
-Ah, hijita, y después quiero conversar contigo algo que me preocupa.
-¿Sobré qué, mami?- respondió Tina mientras se le escarapeló el cuerpo pensando que su madre ya sabía todo y la miraba asustada mientras disimulaba muy bien la situación por la que estaba pasando.
-Ya lo sabrás Tina- atinó a responder la madre que continuó: –Cuando termines, vienes al cuarto porque es importante para las dos. Aprovechemos que a tu papá le toca guardia en su trabajo, quiero hablar contigo de mujer a mujer, de madre a hija, de amiga a amiga.
Tina presentía que su mamá le iba a hablar de Paco y seguía en suspenso. No se atrevía a aceptar su presentimiento por temor a que sus nervios la traicionen. Tratando de sobreponerse a su angustia, muy secamente respondió:
-Está bien mami, cuando termine voy.
Al concluir el lavado de los utensilios de cocina, y con los nervios de punta, fue a ver a su madre que en ese momento terminaba de arreglar su dormitorio. Al escuchar los pasos de su hija que se acercaba, volteó a mirarla y le dijo:
-¡Ah hijita!, ¿Terminaste?
-Sí mami, ya terminé.
-Siéntate y acomódate- le dijo doña Julia acariciándole el cabello, ese cabello negro azabache que era también motivo de inspiración de Paco para escribirle bellos poemas. Doña Julia continuó:
-Hijita, ya tienes catorce años y para cuando cumplas los quince, ahora en noviembre te haremos una fiesta para que guardes en tu corazón los momentos más maravillosos de tu vida, es decir que dejas de ser niña para ser ya una hermosa señorita. Cristina, que empezaba a escuchar con atención se emocionó hasta las lágrimas y abrazando a su madre le dijo:
-¡Gracias mamita querida! No me imaginaba lo que me ibas a decir, pensaba que me ibas a regañar porque seguramente algo malo hice sin darme cuenta y mientras lavaba los platos me puse nerviosa. Ahora ya más calmada te quiero decir que te quiero mucho-. La llenó de besos y seguidamente continuó, mientras doña Julia con sus dos manos le acariciaba la carita y los cabellos.
-Mami, las mujeres tenemos varios momentos maravillosos en nuestras vidas y seguramente tú sabes cuales son, ¿verdad?.
-Hummm… pues, sí Tina. Pero siempre hay uno que es especial, y es, creo yo, para mí… cuando me casé con tu papá.
-¿Y cuando él se te declaró?
-Bueno… sí, también.
-¿Y cuál de los dos fue el momento más maravilloso?
Doña Julia tragó saliva porque su condición de madre, aunada a la pregunta de su hija, le hacía ver que Cristina se había enamorado. Abrazó a Tina con todas las fuerzas de su corazón materno y mirándole a los ojos le preguntó con ternura:
-¿De quién te has enamorado hijita?- Tina titubeó ante la pregunta hecha casi de improviso y a boca de jarro, también le tocó tragar saliva. Quería escapar de los brazos de su madre para refugiarse en los brazos de Paco. Le contó a su madre, con lujo de detalles, todo lo que su corazón sentía por Paco, ese chico educado, respetuoso y de sinceras palabras que estudiaba en el Colegio Dos de Mayo. En fin, le dijo a su madre el nombre del chico que había conquistado su corazón. Doña Julia la miraba absorta y emocionada, finalmente se emocionó más cuando le escuchó a Tina decir:
-Por eso te digo mamita, que el momento más maravilloso es cuando una se enamora por primera vez, es decir del primer amor, de aquel amor que llega hasta lo más profundo del sentimiento y que nunca se olvida. No sé si me equivoco, pero para mí ese es el momento más maravilloso de mi vida, es lo más maravilloso que me ha podido suceder. Tú sabes mejor que yo que el primer amor es eterno porque es el que te despierta y te lleva a conocer ese mundo de felicidad.
YA LAS MADRES DE AMBOS JOVENCITOS SE ENTERARON, POR ELLOS MISMOS, DE SUS NUEVOS SENTIMIENTOS. ¿CÓMO REACCIONARA LA MADRE DE CRISTINA? ¿PACO LE ENTREGARÁ EL POEMA A TINA? ¿SE LE DECLARARÁ? ESPERA EL SIGUIENTE CAPÍTULO. TE ASEGURO QUE TE VAS A EMOCIONAR. NO DEJES DE LEER EL CAPÍTULO VII
Continuará...