No imaginé que aquella montaña hubiera sido tan dura de escalar para verla...
La verticalidad que ella me mostraba era peligrosa para seguir prolongando la vida...
Probé el eco que me respondió a cada momento. No obtuve contestación más que de él.
Entonces sí imaginé que mil metros podían ser causa de ello...
Recordé las palabras que por escrito decían que tenía primero que ayudarme...
Entonces junté clavos de alpinismo y martillo para clavarlos...
Sentía que le dolían esos clavos a ella...No escuchaba sus gritos, sus quejas de dolor...
Quienes mal imaginaban que esa montaña estaba muerta se equivocaban cruelmente.
De clavo en clavo fuí escalando la altura de ella y como ella era silenciosa así era yo al sentir mucho dolor de mis heridas sangrantes producidas por los esfuerzos al escalar con las manos, las piedras y los clavos...
Yo me daba aliento todo el tiempo en lugar de deprimirme y abandonar y aunque aún no veía la cima me decía a cada momento a mí que ella estaba más cerca...Ya no sentía las manos pero seguía con todo mi cuerpo con la seguridad de no caer y de llegar donde yo quería y ella me estaba esperando. Los últimos cien metros no me servían los clavos pues era tierra y ya no más roca...
Entonces al ser tierra blanda aunque con piedras, fuí hundiendo mis manos en esa tierra para asirme a ella y así escalar hasta la cima, tenía muchísima fe que de cualquier modo yo iba a llegar, quizás por ello no sentí temores...Solo esperanzas...
Al fin llegué y ella me estaba esperando. nada me dijo, no ví emociones pero sentí la mía...
Ella estaba en medio de una gran fuente de agua clara con los brazoz abiertos como queriendome abrazar...
Me acerqué despaciosamente a la fuente no dejando de mirarla y me lavé las heridas e inmediatamente para mi sorpresa sentí las manos...
Me paré frente a ella, la miré a sus dulces ojos, le mencioné que yo una vez le había prometido ir a verla y me dijo que lo recordaba...
Le dije que la quería mucho y hubo mucho silencio, cuando entonces recordé a Nuestro Señor Jesucristo y le dejé los clavos y el martillo en sus pies...
Luego de estar varias horas con ella, la Virgen María, me despedía hasta el otro año venidero mientras avistaba a lo lejos un pueblito, y allí me dirigí luego de darle un beso en su mejilla, para ver si me podían ayudar a darme vendas y desinfectantes para mis heridas. La diferencia es que yo no había muerto ni nadie me traicionaba por la pura maldad que hay en tantos pero que tantos también no la tienen, pues estaba solo y feliz de haber estado con La Virgen, de haber llegado a ella, de haberla besado en sus manos y en su mejilla... En cuanto me vieron y expliqué a los aldeanos mis heridas y el por qué de ellas, de inmediato todos querían curarme...
Y ahora estoy sano y estoy vivo y daré la vuelta para retornar a mi hogar no sin antes volver a besarla a ella, La Virgen María, mi Virgen, La Madre del Hijo de Dios, Cristo, mi compañero de siempre, de todas las épocas, de todo el tiempo...Y me despedí de esa montaña que me iba a seguir aguardando siempre, que me había ayudado a vencer esta adversidad...
Por un instante creí que Dios estaba feliz...
Historia Inmaculada
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- Doral.
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Re: Historia Inmaculada
Interesante cuento amigo poeta,
atrapa la atención del lector, pues la trama,
toda es emoción; sin embargo...
Subir a la montaña no es problema,
conservarse en la cumbre es el reto eterno.
"Suba pues a la montaña prometido,
más no prometo que entrarás en ella"
Mis respetos y cariño,
Doral.
atrapa la atención del lector, pues la trama,
toda es emoción; sin embargo...
Subir a la montaña no es problema,
conservarse en la cumbre es el reto eterno.
"Suba pues a la montaña prometido,
más no prometo que entrarás en ella"
Mis respetos y cariño,
Doral.

"La felicidad es un estado mental, tú defines si quieres serlo o no"
Re: Historia Inmaculada
Querida Doral.
Te doy las gracias por tus palabras.
Con mi cariño.
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