Puede que la frase, después de todo, no sea tan burda.

[)O(Lunaazul)O(]

Inicié el día como cualquier otro, y para serles franca me da igual si les aburre leerlo. Iniciar así, es la mejor manera de iniciar. Pero no dejemos que este pequeño inconveniente nos distraiga de lo que hoy les quiero contar.

Eah pues que al iniciar, se dio en mi mente un pequeño soliloquio sobre la sublime belleza de dejar ir a la belleza, y con tales ideas anduve yo hasta tomar el que sería mi transporte para llegar a donde debía llegar.

Todo iba bien, en perfecta armonía, sosteniendo un diálogo con matices socráticos entre aquellas mis queridas voces que nunca me abandonan, cuando de pronto el chofer interrumpió mi paz.

¡Vaya pues! ¿a mi qué demonios me interesa que su hija se haya fugado con un muchacho sin futuro? Haciendo gala de toda absurda cortesía le sonreí y le balbuceé alguna cosa como respuesta, manteniendo en mi rostro una educada y cortés sonrisa.

Cerró la boca y pude continuar con mi faena hasta llegar a aquella esquina, en donde el trivial personaje tuvo la osadía de comprar un ejemplar del tiraje más grotesco y primitivo que he podido contemplar en mis años de vida.

Sonriendo, mostrando su gastada y amarilla dentadura, leyó el encabezado. “Ideas aplastadas” ¡Casi lloraba de la risa! Repitiendo una y otra vez esa pequeña frase, carente de ingenio e inteligencia. Quizá pueda salvarle el grado de sarcasmo perfectamente enclavado en esas dos estúpidas palabrejas, y aun así no logré entender el porqué de su enajenado y molesto comportamiento.

¡No lo pude soportar! Un tratamiento tan vulgar para el sublime arte de la muerte ¡me pareció inconcebible! La exhibición sin clase de cuerpos en putrefacción, eviscerados, o sangrantes, ¿Acaso existe un insulto más grande para el autor de esa belleza? La sangre me subió hirviente hasta la corona y sin pensarlo dos veces le pedí se detuviera.

Con toda la decencia que me caracteriza le pagué el viaje deseando fervientemente dejar atrás a tan aterrador personaje.

Pero él seguía aun mostrando sin pudor sus mazorcas amarillas, repitiendo la frase a carcajada limpia “Ideas aplastadas”. “Ideas aplastadas” y reía, invitándome una y otra vez a compartir el chiste sin gracia que lo hacía voltearse de la risa. “Ideas aplastadas” una y otra vez, una y otra vez, más ideas y más risa, y más risa y más ideas.

Y fue cuando llegó a mí la luz, ese maravilloso instante en que todo está bien y nada me perturba y bajo los influjos de ese delicioso trance, le tomé de los cabellos y le azoté fuertemente contra el volante una y otra vez, hasta sentir en mi rostro el tibio líquido que le daba vida, hasta silenciar por fin esa terrible boca y sus ideas y sus aplastes. Hasta recuperar el silencio para charlar con mis voces del tema que ya antes mencioné.

Recuperé la calma unos segundos después.

Bajé del auto y movida por la curiosidad, tomé aquél primitivo ejemplar. ¡No puedo negarles que reí! Se apoderó de mi la hilaridad absoluta y mostrando ahora yo mi dentadura ante la vida, a carcajada limpia, repetí contenta aquella frase, “ideas aplastadas”. Riendo y caminando y repitiéndola una y otra vez.

"Ideas aplastadas"

Puede que la frase, después de todo, no sea tan burda.

Cancún, Q. Roo
Diciembre 7, 2012

[Esmeralda]

Estimada LUNAAZUL, ha sido grato disfrutar de este
bello relato que nos dejas.
Encantada de dejarte un cordial saludo en tu aporte.

[Engel32]

Interesante relato, Lunaazul. Un texto que destila inteligencia y originalidad. Aplaudo tu obra.
Un abrazo.