Sobre el señor diputado.

[ethanhdez]

Sobre el señor diputado. Carajo.

Un grupo de burócratas con sueldos absurdamente altos, bajaban de sus camionetas, absurdamente altas. Demonios, es que ni siquiera ellos podían llegar a los pedales de aquellas bestias de metal.
Pero uno se veía bien arriba de ellas, o al menos ellos así lucían. Entonces me acerqué al primero de ellos y le dije:

- Es muy bonita esa camioneta, ¿no? -
- Si, es muy bonita. Imponente. - Contestó el diputado sin voltear a verme.
- Usted es un cobarde - el diputado se detuvo y me enfrento.
- ¿A qué se refiere? No puede hablarme así. -
- No podría hablarle así si estuviera en esa camioneta. Ni siquiera podría escucharme con el ruido del escape,
Pero de eso no se trata el respeto. ¿Cree usted que el respeto se compra? -
- Yo no compré el respeto, he trabajado duro muchos años. Y más que... -
- Carajo, que cínico. - le interrumpí - ¿Duro? Usted llega y se sienta en una silla acolchonada, Dios, acolchonada. El aire acondicionado funciona todo el día en su oficina, usted ni siquiera
escribe, tiene secretarias. Usted da ordenes. Me imagino que debe cansarse mucho.
- ¿Quién es usted? -
- Yo, cabrón diputado, soy parte de la población que de verdad suda. En mi oficina, que es una gran fábrica, no hay aire acondicionado. Y trabajo hasta que la luna salga. Y a veces tengo que ver a la
la luna 2 veces seguidas. Sin volver a casa. ¿Entiende? ¿Entiende qué le estoy diciendo? Usted llega a su casa todos los días, y ve a su hija jugando con los juguetes más caros.
Se pone alguna ropa cara, de marca, y se va con su esposa a algun lugar caro. Y saluda a sus amigos, caros, por que los compra, también.
- Si usted no está con su familia, es por que no quiere. -

Estuve apunto de golpearlo, pero me contuvé. Mucha gente ya estaba rodeandonos, y el murmullo parecía aumentar.

- Le voy a decir como está mi situación. Y si después de esto, cree que algo en este puto mundo, es mi culpa, lo aceptaré.
Llegó a las 7 de la mañana a una fábrica, llegó junto con otros 200 compañeros. El jefe de sector, nos hace checar 10 minutos antes de las 7. Pasando las 6:50 ya no puedes checar.
Pero en el contrato la hora de entrada era a las 7. En fin, 10 minutos no me hacen nada.
El jefe de sector nos divide en grupos y nos manda a las cajas. Tenemos que empaquetar estas estúpidas postales, pero hasta eso, en un tiempo limitado debimos haber agrupado
un numero determinado de postales. En 10 minutos tenemos que haber empaquetado y sellado ya, 75 cartas. Si pasaron los 10 minutos y el supervisor quiere contar tu caja, y no encuentra las cifras
correctas, así sea por una sola postal, te mandan una jodida amonestación. Una amonestación significa perder la mitad del sueldo del día. El sueldo del día son 53 pesos. Si me amonestaron alguna
vez, llegué a mi casa con 26 pesos y 50 centavos. ¿Usted ha alimentado su familia con 26 pesos alguna vez? No lo creo, señor Diputado.

La gente seguía aumentado, junto con mi furia.

- Entonces, tenemos aquí que mi hija, mi esposa y yo, vamos a comer esta noche con 26 pesos. Pero no solo eso. Si queremos seguir pagando el apartamento, el jodido apartamente en que vivimos,
tenemos que dividir el sueldo en 2. Ahora, vamos a comer con 13 pesos. Y los otros 13 pesos los guardaremos para poder vivir otro mes en esté apartamento. Pero mi hija necesita ropa, pues la última
vez que pudimos comprarle algo fue hace 1 año. Y mi hija está creciendo. Entonces vamos a guardar 3 pesos para poder comprarle, en varios meses, algo de ropa. Bien. Vamos a comer ahora con sólo
10 pesos. No creo que yo pueda comer está noche. Pero mañana, si llegamos hasta mañana, voy a tener que ir a trabajar de nuevo a ese lugar de muerte. Guardo 2 pesos en mi bolsillo para transportarme,
de ida, por que regresaré caminando, para no gastar más. Ahora, veamos. Del sueldo de un día, me ha quedado la mitad, más todos los pequeños gastos, pequeños gastos de los cuales usted, señor Diputado,
no tiene una puta idea, entonces, tenemos solo 8 pesos. ¿Sabe cuanto cuesta un kilo de tortilla? Carajo, es que usted no vive en este mundo. Pero joder, que bien se ve usted en esa camioneta.
Entonces, está noche, mi hija y mi esposa van a comer con 8 pesos. ¿Qué se puede comprar con 8 pesos, dígame usted, señor Diputado?}

Me había encerrado en lo que decía, por que estaba sintiendo salir sangre por mi piel. No soportaba esto.

- Señor, no es mi culpa su situación. Lo lamento mucho, desde luego. Pero no es mi culpa. -

- ¿No es su culpa, Señor Diputado? Déjeme contestarle a eso. Yo estaba estudiando la secundaria cuando lo ví por primera vez. Vestía usted un elegante saco gris, con una playera blanca, muy fina.
Me miró como si nada, ni siquiera estoy seguro de que haya dado cuenta de mi presencia. Pero demonios, ahí estaba usted, con todo su grupo de trabajadores, que lo veían como un Dios, como si usted
tuviera en sus manos sus vidas. Y después descubrí que así era.
Mis padres habían muerto tan sólo dos años antes. Era becado de una fundación que ya ni recuerdo. Pero usted había entrado hacía pocos meses a dirigir tal fundación. Entonces se acercó al micrófono,
probó un par de veces el sonido y entonces habló sobre un recorte en los becados, por que los recursos habían sido recortados. Lo que no dijo, es que habían sido recortados por usted.
Dejé de estudiar, pues no tenía ni de cerca, la cantidad necesaria para pagar la escuela. La escuela era pública, pero me pedían libretas, materiales, ir con zapatos, etc, etc. Me puse a trabajar a
los 14 años. Usted a sus 14 años tomaba clases de tennis, de golf. Y vestía tan bien que la tierra en sus pantalones no se veía mal. Después de eso, he pasado de empleos en empleos, de jefes en jefes,
y he visto diputados como usted, millones de veces. Y todos son iguales, tienen la misma sonrisa en la boca, y todos lucen una ausencia de sentimientos, que nos dejan a todos con la boca abierta.
Dígame, entonces, ¿No fue su culpa mi situación? -

El diputado este, tartamudeo un par de veces. Miró hacía los lados varias veces. Dió media vuelta y se fué.
Quisé tomarlo por el hombro, pero enseguida me fuí de boca contra el suelo. Los de seguridad estaban ahí.
Entonces, sabemos que no podemos tocar a un diputado.

Me levanté. Y pensé, que irónico sería limpiarme el polvo de estos pantalones rotos, gastados, sucios.
Crucé la calle, caminé un par de calles más y entré de nuevo a la fábrica. Eran las 12:28.
Teníamos 30 minutos de descanso, empezando a las 12. Pero el supervisor estaba en la puerta esperándome ya, con un amonestación.
Le pregunté por qué. Y me contestó que había llegado tarde, que el descanso había terminado hace 2 minutos.
El reloj de la fabrica estaba arriba de nosotros, y apuntaba 12:28.
Voltié y lo ví. Yo tenía la razón. Pero eso era todo lo que tenía, la razón.


Ethan Hdez.

[Esmeralda]

ETHANHDEZ, vaya qué escrito el que nos has dejado.
Muy triste y lamentable, pero es la situación real a la cual muchas personas deben enfrentarse día a día, contando el poco dinero que logran ganar a base de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio, tratando de mantener a su familia.
Cuántos casos como el que nos relatas existen por todo el mundo, en cualquier país en donde la pobreza sea el pan de cada día.
Y cuántas personas más son las que tienen privilegios y no los saben apreciar, ni valorar, mucho menos pensar
en su prógimo.
Sin palabras estimado compañero.
Gracias por compartirnos tus letras y que son como un desahogo lleno de reflexión.
Saludos, desde la distancia.

[IlusionesdeAmor]

Gran historia un gusto visitarte saludos