Marzo 19 de 2010
Un sueño casi real – Amor te dije que te esperaba, llegaste y vivimos esto.
En un paisaje natural, sin punto fijo (así he pasado mi primer día contigo), con montañas, árboles, aves, una cabañita y una botella de vino.
Sin desenfreno volqué mis energías en arrebatarle al destino la deuda que me tenía, no era mi intensión era una cita pactada, una espera en agonía; reinaba la expectativa, todo mi ser interior, mi piel, mis labios, mis manos y mi intimidad esperaban con ansiedad (como niño pequeño a tener su premio), saber si entre él y yo la química existía y si nos llevaría a poseernos mutuamente.
La felicidad me embargó al sentir ese abrazo fuerte y oler su piel, esos besos eran obligados por la espera; de querer sentirlos por primera vez, ahí estuve segura que nos sumiríamos en un ritual sexual, ¿cómo? era la incertidumbre, el lugar, el momento y la certeza de ese amor tan profundo nacido entre dos seres, cada uno tan distante del otro, un amor salido de un nuevo invento, hecho de palabras, sonidos y promesas, pero al fin y al cabo un amor nunca antes visto.
En aquella cabañita, entre el dulce sabor del vino rozamos nuestros labios palpando la fragilidad del aire y entrecortando nuestra respiración, cada beso tierno tan suave como el viento y cargado de tanta pasión, ese instante era esquivo, yo quería y no quería que me tocara, pero necesitaba sentir su calor, oler nuevamente su piel, era un aroma suave, a sudor a hierba a cansancio y me gustaba. Él si sabía lo que pasaría, me amaba pero yo no sabía que tanto me deseaba y si me desearía después, quería ser atrapada entre su cuerpo, la naturaleza era cómplice de aquel hombre hermoso; que yo añoraba desde la distancia.
A plena luz del día, frente a las montañas, los árboles y los pajaritos poseídos por esa magia maravillosa de la seducción nos fuimos desnudando y acariciando, su sonrisa pícara, seductora y de pecado como le dije, me confundía y manejaba, parecíamos dos chiquillos haciendo travesuras, su voz que siempre retumbaba en mi mente como recuerdo de las noches en que lo escuchaba en la distancia, me decía: ¡ven! Tomándome las manos.
Era la primera vez que compartía mi desnudez por un día y una noche con él y disfrutar de un amanecer con el canto de los pájaros, el frío del aire y la frescura de las primeras horas del día, todo se compenetraba ante este apasionado despertar, nos habíamos amado.
¡Y cómo nos amamos!, ahora sé que no esperé en vano, te deseaba con todas las fuerzas de mí ser, esos labios tuyos que llaman a la agonía de ser amados, que besan con dulzura y sensualidad, que se esconden como queriendo no ser conquistados, pero así recorrieron mi cuerpo rozando con tu lengua cada milímetro de mi piel, ¡ah! Que delicia el tiempo había detenido su carrera, solo contaba amarnos, sentirnos, acariciarnos y perdernos en el espacio de aquel paradisiaco lugar.
Te besé con todo el deseo y la pasión que mi cuerpo producía, con mi lengua acaricie la tuya como en una batalla buscando quien se desvanecería primero.
¿Qué sucedería cuanto estuviera junto a ti? siempre me lo he preguntado, pero ahora he soñado y puedo palpar que has plantado en mí una energía muy especial, que decir deseo es poco; es una fuerza más a allá de electrocutarme, una deliciosa descarga de amor.
Verte desnudo fue increíble, esa piel blanca, musculosa, suave, cubierta de vello en partes, como hilos plateados; que hacían desfallecer de sed y pasión mi naturaleza de mujer, rozar tu pene fue un delicioso frenesí, sentía la vida en confusión, acariciabas mi cuerpo queriendo seducirme pausadamente y si afán, en fin amarte me llevó a lo más profundo de la inmensidad. Había agonía infinita de sentir tus labios en mi vagina, allí llegaste con tu cuerpo tembloroso pero ávido de robar el último aliento que me quedaba, con jadeos y falto de aire para disfrutar de la golosina prohibida llenando mi cuerpo de un candente amor. Así mismo quería excitarme probando el almíbar de tu eyaculación, acariciar nuestros cuerpos con ese deleite sicalíptico hasta llegar a la culminación, el anhelado éxtasis.
Me deslice suavemente entre tus brazos, ya no eras mi novio, mi amor distante, eras mi complemento; mi amante. Y en aquél lecho dispuesta a deleitarte y deleitarme con ternura, viendo como acariciabas mis pechos tomando el pezón con tus labios, yo reposaba entre las sábanas a la espera de ser poseída para sentir el primer orgasmo de tu fogosidad y los jadeos se integraban con los sonidos de la naturaleza, mientras tú penetrabas mi cuerpo dejando en su profundidad la miel exquisita de tu vida.
Amado amante hoy te extraño.
Después en la oscuridad de la noche, complaciente vele a ratos tu sueño, los intervalos de una apasionada seducción, sentía tu respiración en mi cara y pecho, escuchando un suave ronquido exhausto de tan ardiente locura, tu cuerpo aferrado al mío robando mi calor, con ternura mis manos recorrían tu cabello y tu espalda sintiendo suaves hilos que corrían por mis venas, electricidad que cubría nuestros cuerpos y así envolvimos el paisaje erótico entre tú y yo. Ya habría tiempo de recuperar mi sueño.
La nostalgia empieza a salpicar mi felicidad, ha llegado la hora de partir, tu regresas a tu mundo y yo debo guardar en mi mente todo el entorno del amor vivido y en mi corazón el sueño más hermoso con este sensacional hombre y en un lugar sin punto fijo ha quedado una casita acogedora guardando la magia y el misterio de este amor tan fuerte, que convertido en sueño erótico vivió mi desnudez, robo mi aliento y me permitió poseer con placer al hombre de mi corazón.
Vuelvo a recordarte mi consentido, tu desnudez me hace ruborizar y palidecer, suspirar y sonreír, temblar, soñar y volver al punto de partida. Sabes envolverme en el calor de tu cuerpo, si supieras mi tierno amante como deseo tus besos, robar tu aliento y vibrar entre tus brazos, que me hagas el amor acariciando mi cuerpo, buscando mis senos entre juegos y contorneos, si sintieras esa sensación tan alucinante cuando me penetras, desearías fundirte en mí, hasta el fondo de mi ser.
Allí ha quedado nuestro sueño amor mío, suavemente me refugio en mi almohada para recordar y volver a vivir.
Gloesnileg
