Por estos días, quise visitarte
Cogí de la mano, la tarde lánguida
Y me fui con mi pereza a cuestas
No quería ir
Lo confieso, pues de ti, ya casi ni me acuerdo
Llegue, sin nada entre mis manos
Por ende, nada te ofrecí,
Tan solo un beso en tu arrugada mejilla
Y unas palabras casi que trilladas
¡Hola, Mama! Como has estado
Tus ojos negros de agua, a punto de estallar
Queriendo gritar tus noches de vigilia,
Tus días de desesperanza, sin una llamada que le endulce
Sin una palabra que le alimente
Sin una compañía que la aliente
Enferma, cada vez más,
Ahora cojeando, pues la edad es pesada
Con problemas y problemas
Pero solo me dijisteis
Estoy muy bien, hijo mío
No debisteis molestarte, hace rato no te veía
Yo supe que ella mentía
Con solo mirar su soledad, su angustia
Su mirada acusatoria, su fatiga
Rompí en llanto
Y le dije, ven aquí, viejita mía
Le di un gran abrazo y mi corazón supo
Que me la llevaría.
Autor: William Jiménez
