
Un camino de ortiga.
Camino por campos de pastizal, pasando pasos por miedo a tropezar y caer en una ortiga… tierra polvorienta seca lleva el aire, como una tormenta de arena. Hace más duro el caminar, esa tierra puede entrar en los ojos y hacerme llorar…
Camino y camino sin parar, sigo con ese miedo a caer y de pincharme con esas hojas que además arden, heridas que no son visibles. Pero dejan una marca roja… alguien alguna vez dijo “si no respiras, no te pincha” acordándome de eso, metí mi mano en ese camino que rodeado de espinas estaba… corte mi respiración por un instante y con mis ojos cerrados bien fuerte acaricie esa planta… ya no me pincho.
Yo antes tenía miedo a la lastimaduras, pero el tiempo me hiso dar cuenta que las heridas sanan aunque sean muy profundas, cicatrices forman rasguño… pero tarde o temprano sanaran.
La pobre planta usas sus pinches diminutos para defenderse, pero triste deben estar porque nadie se le acercaba ni la tocaban, ponerme en su lugar fue muy doloroso, más que las herida que ella me causaba.
Con el tiempo me hice amigo de mi enemigo, ya conociendo su punto débil para no hacernos daños. Ya no veo con miedo, sino con claridad. Y pude caminar entre las ortigas, hasta llegar al final.
Un campo de espina es la vida, solo hay que saber y animarse a cruzarla.
Camino por campos de pastizal, pasando pasos por miedo a tropezar y caer en una ortiga… tierra polvorienta seca lleva el aire, como una tormenta de arena. Hace más duro el caminar, esa tierra puede entrar en los ojos y hacerme llorar…
Camino y camino sin parar, sigo con ese miedo a caer y de pincharme con esas hojas que además arden, heridas que no son visibles. Pero dejan una marca roja… alguien alguna vez dijo “si no respiras, no te pincha” acordándome de eso, metí mi mano en ese camino que rodeado de espinas estaba… corte mi respiración por un instante y con mis ojos cerrados bien fuerte acaricie esa planta… ya no me pincho.
Yo antes tenía miedo a la lastimaduras, pero el tiempo me hiso dar cuenta que las heridas sanan aunque sean muy profundas, cicatrices forman rasguño… pero tarde o temprano sanaran.
La pobre planta usas sus pinches diminutos para defenderse, pero triste deben estar porque nadie se le acercaba ni la tocaban, ponerme en su lugar fue muy doloroso, más que las herida que ella me causaba.
Con el tiempo me hice amigo de mi enemigo, ya conociendo su punto débil para no hacernos daños. Ya no veo con miedo, sino con claridad. Y pude caminar entre las ortigas, hasta llegar al final.
Un campo de espina es la vida, solo hay que saber y animarse a cruzarla.