DIOS TE SALVE, MARÍA
Publicado: Mar May 11, 2010 05:15
Dios te salve, María, por hermosa y por blanca,
la que el sueño me quita, los suspiros me arranca,
toda llena de gracia, de exquisito candor.
Tu belleza alborota, desbarata mi amor.
Dios te salve por esa tu ternura de espuma
que enardece el deseo y da luz a mi bruma;
por tus labios de un rojo de granada o sandía
donde se anclan las naves de mi melancolía.
Dios te salve por linda, Dios te salve por bella,
porque estando tan cerca, más pareces estrella,
una blanca paloma, una diosa de Grecia
que tal vez ame a alguno; pero a mí me desprecia.
Otro amor hay contigo. Quizá sea por eso
que te niegues a amarme, que me niegues tu beso
y también es por eso que bendita tú eres
entre tanta ternura que hay en tantas mujeres.
Dios te salve, María, que te has vuelto una cruz
donde estoy tan clavado que he perdido la luz
y la sangre que alienta y el camino y la fe,
esa fe tan menuda que sin ti nunca fue.
Sólo resta que ruegues con fervor por el vate
que renuncia a su espada, que abandona el combate
hoy y siempre en la hora de su trágica suerte,
y que amó si medida, más allá de la muerte.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
la que el sueño me quita, los suspiros me arranca,
toda llena de gracia, de exquisito candor.
Tu belleza alborota, desbarata mi amor.
Dios te salve por esa tu ternura de espuma
que enardece el deseo y da luz a mi bruma;
por tus labios de un rojo de granada o sandía
donde se anclan las naves de mi melancolía.
Dios te salve por linda, Dios te salve por bella,
porque estando tan cerca, más pareces estrella,
una blanca paloma, una diosa de Grecia
que tal vez ame a alguno; pero a mí me desprecia.
Otro amor hay contigo. Quizá sea por eso
que te niegues a amarme, que me niegues tu beso
y también es por eso que bendita tú eres
entre tanta ternura que hay en tantas mujeres.
Dios te salve, María, que te has vuelto una cruz
donde estoy tan clavado que he perdido la luz
y la sangre que alienta y el camino y la fe,
esa fe tan menuda que sin ti nunca fue.
Sólo resta que ruegues con fervor por el vate
que renuncia a su espada, que abandona el combate
hoy y siempre en la hora de su trágica suerte,
y que amó si medida, más allá de la muerte.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC