Como el cisne torcaz se somorguja
y expande su abanico de colores,
intrépido y mimético entre flores
en las aguas se pica como aguja.
Náyade corazón que a ti me empuja
como vuelo de alegres ruiseñores
y me sumerge en vastos corredores
para estallar feliz en tu burbuja.
Vienes cada verano a tu concierto
hilando un macasar trenzado en oro
y restauras oasis de un desierto.
Y te vas con la luz del meteoro,
atónita visión del desconcierto
respirando belleza en cada poro.
Rybka.