Romance Del Recluta
Publicado: Lun May 06, 2013 22:18
Existió cierto recluta
en época veraniega
que hubo de hacer el servicio
allá por tierra extremeña.
Corría un trece de Julio
-por el trece mala fecha-
cuando un nido de pichones
aguardaban tras la puerta.
Detrás del arco y las rejas
había plantas muy serias
-galones de mil colores-
y demasiadas estrellas.
A las diez de la mañana
con el sol como caldera,
hacen todos antesala
mientras pican las abejas.
Empiezan a dialogar
de la cruz que les espera
porque estos pobres chavales
ya sueñan con la licencia.
Pero el recluta a lo suyo
porque esta no era su guerra
y antes de que le enjaularan
daría un golpe en la mesa.
No quería hablar con nadie
por no decir lo que piensa.
En las venas lleva el odio
que en silencio manifiesta
Tigre furioso por dentro
que en su expresión evidencia.
Un mundo casi pasó
para que les atendieran
Ya se sabe que en la mili
el tiempo es mortal espera,
tiempo al garete por nada
o para aguarte la fiesta.
Tan tarde como quisieron
les hacen entrar por fuera
detrás de dos veteranos
a quienes siguen de cerca.
En el patio del cuartel
antiguas ruinas observan
porque duermen varios siglos
en sus fachadas obscenas.
Allí siguen esperando
en la puerta de intendencia
con la blanca entre las manos
hasta que un mando se acerca.
El subteniente Treviño
casi arrastrando las piernas
es encargado del tema
con evidente ceguera.
Más borracho que una cuba
a dos choferes ordena
llevarlos al campamento
y vestirlos de faena.
Como reos al patíbulo
en un camión atraviesan
los barrios nuevos de Cáceres
con sus verdes alamedas.
Pasados unos kilómetros
de rodar por carretera
llegaron al campamento
pasadas las arboledas.
En el CIR número trés
no se termina la espera
rellenando documentos
y poniendo todo en regla.
Así les fue el primer día
sin probar bocado apenas.
Lo mismo que una pelota
y con el macuto a cuestas.
LOS DÍAS SIGUIENTES
Y siempre a las siete en punto
cuando les rompe la diana
un sargento les aguarda
sujetando una gran vara.
Más vale que te levantes
que te quedes en las sábanas
que como no estés en fila
visitarás la ambulancia.
Rápidos como centellas
se diría que volaban.
Una mano los vestía
y con la otra se enjuagaban.
A todas horas, el orden
a todas horas formaban
ya fuesen a la instrucción
o a manejar la cuchara.
A veces en la cantina
por los cascos se cascaban
porque todos los arrestos
con la pasta se pagaban.
El "reclu" de esto sabía
ya que siempre le arrestaban
y si no los recogía
más caro que lo pagaba.
Una vez que lo ignoró
creyendo que no importaba
aquel maldito sargento
le quiso partir la cara.
EL DÍA DE LAS VACUNAS
El día de las vacunas
solo el recluta faltaba
escondido en los servicios
no hubo dios quien le encontrara.
Y al entrar en compañía
por más que disimulara
se le vinieron encima
preguntando donde estaba.
Otra vez vino el sargento
-aquel oso de gran barba-
para advertir al recluta
que no se sobrepasara.
Le cogió por la camisa
y luego por la solapa.
Allí, delante de todos
de insultarle no paraba.
Pero el recluta valiente
le dijo cuatro palabras
que por mucho que viviera
él jamás las olvidara.
"Si te sobraran arrestos
los galones te quitabas.
que a la escoria como tú
no la temo para nada".
LA JURA
Aquel día de verano
en mañana soleada
estaban acicalados
para cumplir con la patria.
Estaban los militronchos
con sus mujeres pintadas.
Estaban los peces gordos,
estaban todos los fachas.
Para besar la bandera
ninguno de ellos faltaba.
Sobre el mástil de madera
se la veía bien alta.
El recluta allí con ellos
uniformado de gala
con los guantes de algodón
y la ceñida corbata.
Allí para amar la tela
de negro crespón bordada
por los muertos que cayeron
en el gran nombre de España.
Con un calor sofocante
aunque esto le reventara.
El sudor sobre la frente
y el sol dándole en la cara.
Has de besar la señera
pues la cosa es obligada
y nosotros, los de arriba
te diremos a quien amas.
Nada vale lo que pienses
ni que vengas de otra casta.
Tu libertad de persona
te la tendremos castrada.
¿Porqué tanto por un trapo
que no sirve para nada?.
Esa tela de guiñapo
otros quisieran quemarla.
Ya cuando suena la música
el ánimo se levanta
y la ola de los pañuelos
se extiende sobre las gradas.
Y cuando acaba el desfile
y las compañías pasan
se dispone muy sumisa
a jurar la borregada.
" El reclu" ya llega al punto
y allí delante se para.
la mira bien de reojo
y como flecha se larga.
UNA NOCHE DE GUARDIA
Eran ya más de las cuatro
en una noche muy negra
cuando el recluta de guardia
en la garita "Leñera",
la que llaman "de la muerte"
por tener la muerte cerca,
escuchó voces secretas.
¡Alto! ¿Quien va?-preguntó.
¡Alto! ¿Quien va?-repitió-
sin que nadie respondiera,
el viento dió la respuesta.
Al lado del cementerio
solo los cipreses tiemblan
mientras un frío calado
hiela la sangre en las venas.
Dicen que en esta garita,
hace años que un centinela
se disparó con el cetme
volándose la cabeza.
EL FINAL
Habiendo colmado el vaso
y sin pensarlo siquiera
ametralló la garita
con sus pintadas horteras.
Se fue a dormir a la sombra
pero al salir de la trena
dijeron que estaba loco
y consiguió la licencia.
Rybka.