Padre, absolución te pido
pues soy confesa de amor
y aunque sufra gran dolor
la duda no me ha vencido.
Tu palabra yo he seguido
y cumplido el Mandamiento,
es grande el amor que siento,
a mi prójimo he amado,
sus penas he perfumado
y aliviado su tormento.
Siempre fui muy obediente
y aprendió mi corazón
que no ha de pedir razón
cuando querido se siente.
Por ello digo a la gente
que vea por sus hermanos,
que nunca niegue sus manos
al demente o al más cuerdo;
al veloz o al que va lerdo,
que todos somos humanos.
ANA (LA MUKA)