Canto con el encanto del acanto,
mano que copia formas y colores.
Dulces trinos de alegres ruiseñores,
cielos rojos sublímes de amaranto.
Se mezclan con olor a camposanto
donde mueren impávidas las flores
entre perfumes ebrios de licores
y descubren un mundo sin quebranto.
Hay esencias sutiles como el oro.
Suaves liras de lánguidos sonidos,
silencios que cobijan un tesoro.
Los hay también intensos, corrompidos
que alaban a la luna con decoro
los placeres del alma y los sentidos.
Rybka.