pisamos suave espuma, blando reloj de arena.
Mecidos por el viento, que acaricia la avena
buscamos ese cielo, que plasme nuestras huellas,
y transporte las almas, exentas de querellas.
Pasajeros del tiempo, y la mortal condena,
henchidos por la sangre, que súbita en la vena
el amor alimenta de agridulces grosellas.
Venimos con el llanto, nos vamos de un suspiro
tenues surcos de tierra, un paréntesis breve
que en la vida se encierra. Regalado retiro.
Golfo de luz divina, trazo sobre la nieve
que frágil desvanece ,cual luna de zafiro
al fundirse la noche de la existencia leve.
Rybka.