Al contemplar la bóveda del cielo
inmenso muro en calma desvelada
donde los astros tienen su morada
mi espíritu es tan frágil cual pañuelo.
Levanta el vuelo en busca de su anhelo
y el paso firme en pos de su cruzada,
se prende en negra tela satinada
y llora un polvo níveo como el hielo.
Consuelo quise yéndome tan lejos
y desterrar por siempre todo el luto
que el mundo cruel te pone sin complejos
Quemé mis naves hacia lo absoluto
y en contra se volvieron los espejos
al encontrarme un ser tan diminuto.
Rybka.