Herido por el cáncer de la vida
cuesta un mundo salir a la batalla.
Tener que soportar tanta morralla
sin lógica razón que me lo impida.
Me despierto con ánimo homicida
cargado de la rabia y vil metralla.
Dispuesto a terminar con la canalla
sin que el temor provoque la estampida.
Apuro mi café tranquilamente
y salgo con el traje de faena
silbando como silba la serpiente.
El aire de la calle me envenena
y de noche engullido por la gente
soy otro más a la hora de la cena.