LAS SIETE PALABRAS
Viernes Santo ¡Qué dolor!
expiró crucificado
Cristo nuestro Redentor
mas antes dijo angustiado
siete palabras de amor.
Fue la primera rogar
por sus propios enemigos
¡Oh, caridad singular!
que a los que fueron testigos
mucho les hizo admirar.
La segunda: Un ladrón hizo
su petición y sin más
el Señor le satisfizo
diciéndole: –Hoy serás
conmigo en el Paraíso.
A su Madre la tercera
palabra la dirigió
diciéndola recibiera
por hijo a Juan y añadió
que por madre la tuviera.
La cuarta, a su Padre amado
dirige su gesto pío
y de angustia traspasado
dijo dos veces. –¡Dios mío!
¿por qué me has desamparado?
La quinta, estando sediento
y encontrándose rendido
dijo casi sin aliento:
–¡Sed tengo! y le fue servido
hiel y vinagre al momento.
La sexta, habiendo acabado
y ya fielmente cumplido
todo lo profetizado
lanza un grito decidido:
–¡Ya está todo consumado!.
La séptima, con fervor
su espíritu deja en manos
de su Padre, y por amor
de esta manera, cristianos
murió nuestro Redentor.
Venid todos por piedad
a acompañar a María
en su dura Soledad.
En su terrible agonía
a consolarla, llegad.
Con dolor y devoción
y de rodillas postrados
pidamos de corazón
perdone nuestros pecados
y nos de la salvación.
Jesús Gutiérrez.
Madrigal
(Del Cancionero Religioso de Liébana. Cantabria)
Viernes Santo ¡Qué dolor!
expiró crucificado
Cristo nuestro Redentor
mas antes dijo angustiado
siete palabras de amor.
Fue la primera rogar
por sus propios enemigos
¡Oh, caridad singular!
que a los que fueron testigos
mucho les hizo admirar.
La segunda: Un ladrón hizo
su petición y sin más
el Señor le satisfizo
diciéndole: –Hoy serás
conmigo en el Paraíso.
A su Madre la tercera
palabra la dirigió
diciéndola recibiera
por hijo a Juan y añadió
que por madre la tuviera.
La cuarta, a su Padre amado
dirige su gesto pío
y de angustia traspasado
dijo dos veces. –¡Dios mío!
¿por qué me has desamparado?
La quinta, estando sediento
y encontrándose rendido
dijo casi sin aliento:
–¡Sed tengo! y le fue servido
hiel y vinagre al momento.
La sexta, habiendo acabado
y ya fielmente cumplido
todo lo profetizado
lanza un grito decidido:
–¡Ya está todo consumado!.
La séptima, con fervor
su espíritu deja en manos
de su Padre, y por amor
de esta manera, cristianos
murió nuestro Redentor.
Venid todos por piedad
a acompañar a María
en su dura Soledad.
En su terrible agonía
a consolarla, llegad.
Con dolor y devoción
y de rodillas postrados
pidamos de corazón
perdone nuestros pecados
y nos de la salvación.
Jesús Gutiérrez.
Madrigal
(Del Cancionero Religioso de Liébana. Cantabria)