Daba espanto pensar en su llegada
y tenerla tan cerca da consuelo;
suave pluma es el filo de la espada
que corta mis anclajes a este suelo.
Tras este largo trecho recorrido,
es tiempo ya de remontar el vuelo,
ansiando revivir lo aquí vivido,
recordando que fuimos muy valientes
en este hermoso viaje compartido
do brotaron retoños esplendentes
–orgullo, prez, honor y algún quebranto–
que serán en mi ausencia referentes
de que hubo mucho amor y sabes cuánto.
Te dejo, ya. Se va apagando el día.
Arriba el corazón, aleja el llanto.
Nos espera un mañana de alegría.
Madrigal