
Paso a su lado y ni mírame; va con el rostro sonriente,
va sin prestarle sentidos al mundo exterior.
Ella ni sabe que sé el fundamento, que sé que se siente
¡lejos del suelo que pisa y del aire en redor!
Sé que en su mano conserva la carta que hoy recibiera,
carta que mándale algún misterioso amador;
no interesara la época, frío imperase o lloviera,
¡siempre le llegan la carta y la rósea flor!
Va con la rosa prendida a la cinta dorada del pelo,
¡ambas parecen hermanas de mismo primor!
Ella sonríe y se azula por íntegro el campo del cielo,
da la rosácea todo su plácido olor.
Pasa a mi lado y ni mírame; viéndola quédome atrás;
tengo trabajo que hacer, continuar mi labor,
debo seguir repartiendo las cartas aún, y además
¡otra misiva escribir impregnada de amor!