PUBERTAD...
Publicado: Vie Abr 30, 2010 07:03
La tibia brisa viene fantástica y se posa
a modo de rocío sobre la blanca rosa.
El sol agigantado renace anaranjado,
orondo y muy redondo, feliz y enamorado.
Tuvo una buena noche, lo dice su bostezo
de amante satisfecho. Las flores del cerezo
muy tímidas empiezan a abrirse cautelosas
y ya revolotean algunas mariposas.
El viento trae efluvios de nardos y de anis
y se oye el grito oculto de alguna codorniz.
En tanto la neblina comienza a despejarse
y cantan las canoras para despabilarse,
los grillos han guardado sus rústicos violines
y rezan en silencio devoto los maitines.
No lejos una niña pasea por la playa;
¡quién sabe lo que piense! ¡quién sabe a dónde vaya!
Salió de su cabaña muy pronto y a hurtadillas
y brotan de sus ojos regando sus mejillas
un mar de lagrimillas. Solloza, se detiene
y avanza. Mira al cielo. No sabe lo que tiene...
Su perro que la sigue no puede estarse quieto
la mira y pareciera saber de su secreto.
Se acerca, la olfatea. La niña lo rechaza.
Es un cachorro noble de muy benigna raza.
La niña va dejando sus huellas en la arena
y solamente su ángel guardián sabe su pena.
La cubre con sus alas lo mismo que una capa.
Ocurre que la niña ya estrena nueva etapa...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
a modo de rocío sobre la blanca rosa.
El sol agigantado renace anaranjado,
orondo y muy redondo, feliz y enamorado.
Tuvo una buena noche, lo dice su bostezo
de amante satisfecho. Las flores del cerezo
muy tímidas empiezan a abrirse cautelosas
y ya revolotean algunas mariposas.
El viento trae efluvios de nardos y de anis
y se oye el grito oculto de alguna codorniz.
En tanto la neblina comienza a despejarse
y cantan las canoras para despabilarse,
los grillos han guardado sus rústicos violines
y rezan en silencio devoto los maitines.
No lejos una niña pasea por la playa;
¡quién sabe lo que piense! ¡quién sabe a dónde vaya!
Salió de su cabaña muy pronto y a hurtadillas
y brotan de sus ojos regando sus mejillas
un mar de lagrimillas. Solloza, se detiene
y avanza. Mira al cielo. No sabe lo que tiene...
Su perro que la sigue no puede estarse quieto
la mira y pareciera saber de su secreto.
Se acerca, la olfatea. La niña lo rechaza.
Es un cachorro noble de muy benigna raza.
La niña va dejando sus huellas en la arena
y solamente su ángel guardián sabe su pena.
La cubre con sus alas lo mismo que una capa.
Ocurre que la niña ya estrena nueva etapa...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC