Dos copas, dos cuerpos y el ventanal
Publicado: Lun Ene 11, 2010 06:16
Dos copas, solo dos en el ventanal, ahí posadas como dos gotas minusválidas,
inquietas a la presencia de los labios indecisos...
Transpiradas por el líquido espeso y fresco,
inquieto, pasivo.
La luna y su tenue luz respingada a través del cristal y su cóncava transparencia abstracta,
atiborrada de recuerdos por sobre labios somníferos.
Impermeables de pasión,
que en la mañana supo alguna vez despertar sobre sábanas regadas de cuerpos libres en asenso.
Aún así la luz,
aún así al compás del incesante... incansable,
derramar de lluvia sobre corazones atiborrados de tristeza,
y valga la redundancia, aún así la luz, sobre el borde del ventanal, por sobre la maleza.
Y una habitación y sus objetos inanimados,
dos cuerpos sobre las sombras,
buscándose impasibles y perplejos,
bailes sobre el sofá y un libro de Poe que inquieta el lugar.
Y el ventanal...
como el mediador que no sabe mediar,
dejando entrar toda luz incesante que no deja meditar.
Haz pensado en acercártele, pero da miedo dar pasos en falso, por miedo a fracasar.
Y he aquí el viento y su briza juguetona,
que sin ánimos de alborotar,
hace su entrada campal por sobre las cortinas de seda que un día querías quitar,
porque daban mal aspecto según tu parecer y que quitaban vista al mar.
Trajo consigo el suspiro de aquellas dos copas tan solas en el ventanal,
con su etílico vapor que no supimos soportar.
A la distancia tu cuerpo,
y el mío... Desnudos los dos, quietos, de repente querían danzar.
Y de las sábanas flojas con todo a su paso,
saltamos los retazos de enojos y maníacas formas de hablar,
por sobre la alfombra y las ropas,
que solo hacían de estorbo para dos cuerpos que intranquilos estaban en soledad...
Quisiste de mi el todo mismo,
quise de ti mucho más,
y como el mismo demonio y sus mañas,
hicimos caso omiso a las voces que en la noche no saben callar.
El silencio a nuestro alrededor salió inquieto de la ciudad,
los pájaros que descansaban por sobre las copas de los árboles,
y el viento mismo, con su sonrisa macabra nos dejó a solas y cerró el ventanal,
y las copas como las abejas... Picaron y murieron y ahora reposan entre el rosal.
Ya la mañana se asoma...
Dos cuerpos amanecen atrapados por la mera libertad...
Amar no es acaso, el acto mas cruel de todos?...
Solo cuando se sabe consumar.
inquietas a la presencia de los labios indecisos...
Transpiradas por el líquido espeso y fresco,
inquieto, pasivo.
La luna y su tenue luz respingada a través del cristal y su cóncava transparencia abstracta,
atiborrada de recuerdos por sobre labios somníferos.
Impermeables de pasión,
que en la mañana supo alguna vez despertar sobre sábanas regadas de cuerpos libres en asenso.
Aún así la luz,
aún así al compás del incesante... incansable,
derramar de lluvia sobre corazones atiborrados de tristeza,
y valga la redundancia, aún así la luz, sobre el borde del ventanal, por sobre la maleza.
Y una habitación y sus objetos inanimados,
dos cuerpos sobre las sombras,
buscándose impasibles y perplejos,
bailes sobre el sofá y un libro de Poe que inquieta el lugar.
Y el ventanal...
como el mediador que no sabe mediar,
dejando entrar toda luz incesante que no deja meditar.
Haz pensado en acercártele, pero da miedo dar pasos en falso, por miedo a fracasar.
Y he aquí el viento y su briza juguetona,
que sin ánimos de alborotar,
hace su entrada campal por sobre las cortinas de seda que un día querías quitar,
porque daban mal aspecto según tu parecer y que quitaban vista al mar.
Trajo consigo el suspiro de aquellas dos copas tan solas en el ventanal,
con su etílico vapor que no supimos soportar.
A la distancia tu cuerpo,
y el mío... Desnudos los dos, quietos, de repente querían danzar.
Y de las sábanas flojas con todo a su paso,
saltamos los retazos de enojos y maníacas formas de hablar,
por sobre la alfombra y las ropas,
que solo hacían de estorbo para dos cuerpos que intranquilos estaban en soledad...
Quisiste de mi el todo mismo,
quise de ti mucho más,
y como el mismo demonio y sus mañas,
hicimos caso omiso a las voces que en la noche no saben callar.
El silencio a nuestro alrededor salió inquieto de la ciudad,
los pájaros que descansaban por sobre las copas de los árboles,
y el viento mismo, con su sonrisa macabra nos dejó a solas y cerró el ventanal,
y las copas como las abejas... Picaron y murieron y ahora reposan entre el rosal.
Ya la mañana se asoma...
Dos cuerpos amanecen atrapados por la mera libertad...
Amar no es acaso, el acto mas cruel de todos?...
Solo cuando se sabe consumar.