
Nuestro Existir
Adiós, barca de incienso,
que te quemas encarnizadamente,
hasta no existir, muy lejos,
en ese horizonte adonde
los olvidos intentan
no desaparecer.
Si el amor es infinito,
hay un eje en el corazón
que lo simboliza latiendolo.
Creo en ti aunque yo ya
no te pueda ver más.
De la mano me aferro
a esta ilusión,
que es la compañera
de la soledad.
Adónde está ese Dios
del que no me canso de hablar
que jamás me contestará nada.
Vives mientras yo esté presente,
porque eres una de las raices
de mi existencia. No te lloro,
ni te veo, más sigues estando,
mientras yo siga viviendo
en esta imaginación de innegable existir
y mientras existas, yo existiré,
y cuando mi esperanza desaparesca,
ya no estaras más, ni siquiera en el olvido.
Hacia esos horizontes
donde están las almas extinguidas,
me dirijo.
Tal vez allí, nos juntemos para siempre.
Persea.