¡ Carlitooosss, Carlooosss... !!!
es, aún es mi madre desde la ventana:
viuda repentina y limpiadora de mocos y mugres de toda laya y fuste,
eso fue ella, eso fue mi madre;
... y si no supiera que se abrasó el aliento y también las manos y la vida para criarme,
si no tuviera la certeza de que se arrancó del alma el vendaval del cuerpo
para tenerme entre sus ojos ….,
hoy, de forma constante y tronándome por dentro, no me saldría esta voz diciéndome:
Caín, Caín ¿ qué has hecho con tu madre... ???
“... irás al colegio, al mejor, y serás abogado”, me dijo, cogiéndome de la mano,
llorando, entrecortándose y cayéndose cuando volvíamos del entierro de mi padre;
¡ ... y qué baldón,
qué sierpe de colores y de muerte me tocó en el hombro cuando fui abogado,
en qué ciénaga de olvido sumergí mi triunfo fulgurante con la ley
y usurpé y usurpé mis horas de su ilusorio fulgor,
qué desvarío ¡ Gran Dios ! qué vil traición, qué calamidad y qué, qué negra urdimbre !
... tiemblo y ardo en frío, en miedo y soledad, me muero, madre;
¿ ... te acuerdas ? sobre aquella camilla de hule verde y a cuadros,
mano a mano jugábamos al parchís y a las damas las tardes de domingo;
¡ te quiero, te quiero y te querré siempre, siempre, madre … !
… y, sin embargo, continúa, continúa y sigue donde estés y no te asomes:
ahora, los domingos, no llegan, no existen;
y, además, si nos matan, este lumpen mío no le da la más mínima importancia;
no, no vengas madre, no vengas del otro lado
ni asomes más a la ventana de mi vida,
no te acerques ni me llames, madre, no quieras verme,
no, no aparezcas, no, cariño, no, por favor, cariño, no lo hagas ni me veas,
no, no regreses nunca.
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Antonio Justel/Oriónm de Panthoseas
https://oriondepanthoseas.com
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