Satisfaciendo al miedo

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Maurycrash@hotmail.com
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Satisfaciendo al miedo

Mensaje por Maurycrash@hotmail.com » Jue Ene 17, 2013 22:16

La noche, abrazó a las sombras, hermanándose y desplegando su misteriosa hermosura.
Su omnipresencia inmaculada y pura de centella negra.
Ocultaron los ríos, los árboles y las bestias.
Ellas abrieron las puertas hacia la imaginación del hombre, y a su vez, la ventana de sus penurias.
Ahí donde la rama posó su arbóreo pulgar y despertó del brote, el saludo.

La brisa cómplice selló el pacto,
presa del encantador silbido de su canto, a si misma cautivó su hambriento ego, le alimentó y precipitó el mas puro sentimiento de saciedad.

El miedo.
El ojo chispeante, disperso y tembloroso. Cual ave de rapiña que sobre la rama, observa el horizonte, y tranquila su anatomía, emprende fugazmente el largo vuelo hacia la antigravedad.
Piden a mis manos, las fuerzas desconocidas de mi interior, calmar la soledad de mi alma con un colmado recipiente de fina destilación.

Los minutos pasan sin que realmente lo sepa. Pero entiendo que detrás de toda esta desprolija situación de antipatía y pesadez, tarde o tempranamente el sol, saldrá por aquel espacio desprovisto de aire, e iluminara sobre las sombras, de miedos constantes, y de ventanas chirriantes.

Aunque falta mucho.
Aún le siento pisar la punta de mis talones.
Miedo.

¿Qué sabrá aquel condenado sentimiento, del fino licor?
Aun así lo saborea conmigo.
¿Qué sabrá de desdichas y preocupaciones?
Por desgracia no lo sabe, y menos mal que los detalles se quedan donde deben. En las frías sombras del silencio.
Pero tal parece, no hay poder mental lo suficientemente fuerte que se resista al encantamiento.

Miedo y alcohol.
Ojos de serpiente.
Desencadenan la corriente de preguntas y silencios, las dudas y remordimiento. El plan macabro dio otra vez donde mas débil es la paciencia y sobre todo la inteligencia

Oigo el bello sonido del arroyo. Por ahí, entre la oscuridad abrazada a las sombras.
Las cosas, no son tal como las veo.
El color del agua, lapislázuli con extraños destellos blancos dorados, se encienden y apagan a lo lejos.

Animales cuadrúpedos y aves nocturnas hacen sus miradas altaneras, y presumen de su natural encanto, por sobre mis pensamientos.
Sintiendo la necesidad de mirar más allá de las especulaciones, salgo hacia afuera de esta habitación. El aroma hermoso de mi jarra rellenada hasta por la octava vez, según recuerdo, se encarma en la necesidad de explorar.

...La puerta se abrió con la misma facilidad que la de una pobre mujer, con la mirada nula y el pensamiento blanco o negro, sobre el desgastado billete.
Mis manos se pegaron al picaporte, como cada vez que apresaban la botella llena del acuoso mendigo cazador de neuronas.
La brisa soborno a lo que quedaba de lucidez y aparto de mi mente aquellas quejumbrosas realidades.
Aunque exagero; las hicieron menos reales en todo caso.
Mis pasos ciegos,
La mirada cegada por la obscuridad,
Las miradas de los malditos animales que armonizaban con la frecuencia en que pensaba en las sombras que rasaban a mi lado.
Pero con la idea fija del llegar a destino.
El arroyo.
Al hacer los primeros treinta y dos pasos, supe de inmediato, que ya no estaba cerca.
El sonido del agua corriendo se alejaba...

Y los otros pasos se acercaban.
Miro hacia todas direcciones,
Los pasos son cada vez más fuertes y noto que el calor aprieta los lazos imaginarios sobre mi cuello.
Una agitación extraña y ascendente.
Hacia mí, hacia el mismísimo pecho.
Esos pasos los oía. Me percaté de ellos.
Siempre lo escuchaba.
Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere escuchar, pero no así, las victimas solo escuchan sus sollozos.

Acaricio el aire, y los parpados me sirven de nada.
Tal es al igual que mi miedo, inútil y de poco valor una brújula en mis manos.
La obscuridad todo lo abarca.
La jarra, cae vacía.
Ya la aventura ha dejado de parecerme divertida, o alocada.
Pienso en la ebriedad, y el porque de tanto negruzco ambiente.
Entre otras cosas observo hacia donde solía haber una habitación.
Donde, solían existir sueños y esperanzas.
Ahí donde podía llenar mi jarra a gusto,
Y descansar mientras el árbol soñaba con tocar la ventana.
Siempre y cuando la brisa se lo permitiera.
Ahí donde veía a la noche entrar al seductor juego innegable hacia la oscuridad.
Donde las sombras la penetraban,
Donde la intimidad se encarnaba con el miedo,
Y terminaba el miedo violándome.
Descargando su agrio sabor etílico,
Y dejándome afuera de nuevo,
A la intemperie,
Buscando acilo,
Sabiendo del miedo y del frío,
De la necesidad y la curiosidad,
De mis ojos sobre los árboles,
O de mis patas rápidas sobre la noche,
Aguardando la salida del sol otra vez,
Si es que aún me lo merezco.

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Anemona
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Re: Satisfaciendo al miedo

Mensaje por Anemona » Jue Ene 17, 2013 23:35

Leido con interés.
Ha sido un gusto pasar por tu espacio.
Saludos y gracias por compartir tus letras.

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