mis fosas nasales se expanden captando la presencia de alguien más,
ciento una mano sujetando mi brazo,
clavando sus garras en la carne que se abre,
la sangre recorre toda la extremidad hasta llegar a formar un charco,
masa rojiza con olor a dulce inocencia robada.
Violentamente acerca su cuerpo al mío,
las miradas se entrelazan,
ojos hipnotizantés que manejan mis acciones.
Rostro a rostro, cuerpo a cuerpo,
la pasión resurge de entre las cenizas.
Besándonos el oxigeno es robado de nuestros pulmones.