
Te idolatro y quiero penetrar en tu pecho,
miro tus rasgos en la dorada salida del sol,
y te escondes detrás de la música de tus versos,
flores sensibles que exigen cuidado y alimento.
Te amo en un pentagrama lleno de notas,
y besos garabateados en emociones nuevas,
suave transición hacia los sentidos de hombre,
porque como hombre eres bocanada de aire fresco,
que se desliza con fuerza hacia el espejo de mi mente.
Y te quiero así, como el hombre que me energiza,
que me refresca en la longitud de los días,
pestañeo, intento enfocar el interior de tu cuerpo,
y te hallo siempre, en tus ojos oscuros y profundos,
en tu bondad con retazos de terciopelo,
desencadenada en el tiempo y en la distancia,
hombre enamorado del amor, buscador de destinos,
con sueños mucho más allá de tus realidades,
tu vacío se llena dónde las preguntas hallan respuesta,
dónde el cuerpo, la mente y el corazón,
pueden conectarse con el espíritu de Dios.
Cada partícula de tu luz se aparta de las estrellas,
y por el reflejo de tu centro hacia el mío,
logro el alivio del dolor celestial,
contigo en la distancia sigo amándote con paz,
sabes? porque no estoy sola en la búsqueda,
trepo las piedras y ordeno las historias,
abro el techo del cielo y me encuentro contigo,
bajo ese manto luminoso del universo,
y que, por algún motivo, lo vemos los dos,
al mismo tiempo, remontando alturas,
y recogiendo alguna estrella fugaz para colocarla,
al instante… como prendedor del alma.
BRISEIS (ANNIE)