En una ciudad de corderos.
Abrazos partidos en cruces de senderos.
Sabores amargos y dulces desvelos
En callejones baldíos
De esperanzas y sueños.
Las calles vacías de voces.
Los umbrales callados sabrán
De oscuras e infinitas esquinas
De poetas que nunca están.
Pronto el escenario vacío
Dirá quien actuará.
Espacio reservado para nuevos hombres.
Gotas de lluvia cargadas de calma.
Sendero extraviado y sin nombre
Que se pierde en las almas.
Caminos con nunca retorno
De encrucijadas al alba.
Cielo de adoquines testigos,
De pasiones y temores, alteran la trama
De esta obra monótona.
De esta ciudad en llamas.
No voy a resistirme a esta urbana caricia
Quiero sanar contigo mis magras heridas.
Atado al eco del tiempo distante,
Viajo en alas de un viento rampante,
Susurrando versos de amor
En los oídos de los amantes.
Voy a quedarme contigo
En esta hora incierta.
Haré de esta noche
Una puerta abierta.
El estar unidos,
Es lo que nos da fuerzas.