La noche en su eterno recorrer, hoy toma
las lágrimas, que brotan en el silencio de un
corazón tierno y dulce, ante la impotencia de
sentirse sola en un sentimiento hermoso y un
tanto complejo.
La noche mira con ternura y compasión a la
pequeña Hada, que de pronto se ha convirtió
en una hermosa mujer, que en alas del amor
emprendió el viaje, por mundos poco conocidos
sin saber que, hallaría espinas en su transitar...
de su dulce mirada, hoy nublada por la tristeza
brotan lagrimas y siente en su corazón un dolor
profundo, como si mil dagas lo atravesasen en
está noche, donde imperan: el dolor, el silencio
y las lagrimas.
La noche observa silente, como los sueños se
rompen en mil pedazos, resurge la duda, y con
ello se desvanece su deseo de mujer. Al no
sentirse amada, sino caminando en un laberinto
colmado tanto de espejismo, como de falsedad.
Llora la Hada, al haber perdido sus alas y su
mundo mágico, se siente perdida en esta noche
húmeda, fría al sentir como perece su corazón,
lentamente al pasó de las horas. Mirar el reloj
es inútil, no puede marchar hacia el ayer...
Las lágrimas se vierten en esta noche, las Hadas
en su mundo miran y acompañan a su amiga.
Mañana emprenderá un nuevo rumbo, con más
cautela.
La noche se ha tornado lluviosa, como si con
ello pudiese borrar la tristeza y el dolor hondo
de un corazón soñador.
Autor María Auxiliadora Fernández Velásquez.
Mérida-Venezuela, 25 Julio 2006.