El sapo rastrero

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ALI AL HADED
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El sapo rastrero

Mensaje por ALI AL HADED » Mié Mar 06, 2019 02:02

El sapo rastrero

El era un sapo de otro pozo y se aventuró de guapo que era nomás a cruzar la charca del pantano.
Estaba terminantemente prohibido a los sapos saltar de un charco a otro.

Era una sociedad "sin movilidad social", nacían en un charco y morían en él.
Pero el sapo rastrero no era cualquier sapo, él era vehemente, idealista, aventurero, didáctico; no se conformaba con el estancamiento a que había sido obligado a vivir, él quería salir a conocer el mundo, ¡tenía las branquias bien puestas!
Y así, como quien decide marcharse de su casa, salió eructando contento y con fuerza rastrera saltó la charca.

Encontró otros sapos parecidos a los de su charca pero más gordos y en número superior y que tenían dársenas donde vivían y criaban langostas y miles de sapos enflaquecidos que trabajaban para ellos mientras los sapos leguleyos procreaban; su "sapiencia" le hizo comprender porque no debían los sapos saltar la charca:

"Los sapos no deben adentrarse a cuestionar los regímenes sociales preestablecidos, deben conformarse a vivir en su hábitat como sapos"
Pero el sapo rastrero era poeta y gaucho y no lo iban a amedrentar así porque sí y sacando coraje de su pulmón escupió su maldición a los sapos del otro pozo diciendo:

-Sacad vuestro faca y medid vuestras pestilencias con el sapo rastrero de la charca y no opongáis excusa cuando os reviente!!!
-Los sapos de la charca "la laguna seca" se dispersaron, rodearon la orilla y se camuflaron con el follaje.

El sapo rastrero estiró su lengua y bebió agua del charco, alzó su panza y abriendo sus ojos profundos miraba a su alrededor en busca de los sapos leguleyos, cuando sintió de golpe el puñal que se incrustaba en su vientre y un grito lastimero enmudeció la tarde.
-¡hijos de mala sapa! - vuestras leyes son filosas y me matáis en vuestra charca, pero sabed que el sapo rastrero no muere sino se lleva a una docena de leguleyos consigo- y pelando su puñal ahí nomás comenzó a destripar batracios como gaucho amaestrado para la faena hasta que sus fuerzas lo abandonan y se cae desmayado en "la laguna seca".

Hoy en la "laguna seca" ya no hay sapos de otro pozo – comentaba un sapo abuelo a un renacuajo- pero por las dudas, cuando crezcas y seas sapo, ¡cuidado con los sapos leguleyos! ¡Esos sapos siempre engordan y sus leyes siempre terminan matando a los sapos del pantano!

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