Carta la Jaqueline
Publicado: Mar Mar 01, 2016 22:00
No tengo la menor duda que tu mente y corazón se cimbrarán pasionalmente al recibir esta carta. Sabes muy bien de donde viene y quién es el responsable de esta cascada de expresiones y sueños oníricos. Me basta con saber que recibirás esta misiva con la misma emoción con que yo te la he escrito.
Querida Jaqueline, no puedo creer que me haya jugado una vez más ingrávida mi suerte. Empero, no tengo nada que reprocharte… a veces estando solo conmigo mismo me limito a mirarme al espejo y creo verme reflejado en el poeta de Jerez, ávido de amor pero que nunca pudo ser correspondido. Su alma atormentada y espíritu contrito por la desilusión y la melancolía terminaron por consumir su vida muy pronto; así que yo espero, en cambio, darle un pequeño giro a esta vida sentimental que me ha sido al día de hoy, mayoritariamente una avalancha de caídas y desilusiones.
He desnudado mi palabra al punto de distinguirte como la única musa de mis últimas composiciones. Allí estás tú, en cuerpo, mente y sentimiento. Si pudiera estrecharte entre mis brazos no dudaría ni un instante en que tú te sentirías como la misma consorte de mi universo literario. Fiel a tu inocencia, propia de una chica de provincia te descubro con la gracia que te caracteriza. Y aun siendo una mujer prohibida para mí, confieso mi deseo por hacerte mi esposa y darte una vida plena. ¡Qué más me da si peco aun sabiendo que me estás vedada tú! Es un impulso tan fuerte que simplemente no puedo controlarlo y únicamente lo que estoy haciendo es darle una vía de escape. Es mejor darlo a conocer (y de hecho, te lo dije personalmente y de lo cual no me sobreviene culpa o remordimiento porque en un principio desconocía tu situación) a que me carcoma el alma completamente. Por tanto, levanto mi voz, empuño mi pluma y sobre un papel, el único testigo de este amor fecundo por ti, te hago patente mi deseo:
¡Cómo quisiera, flor del firmamento
tocarte de los pies a la cabeza,
fundirme en la pasión de tu riqueza
y el numen de tu indemne sentimiento!”
Con el tiempo te has convertido en un tósigo y al mismo tiempo en un elixir de mi propia esencia. Tu mirada sobre mí es una invitación constante al rompimiento de los paradigmas establecidos. Ciertamente el amor que siento por ti es el mismo que tú sientes por mí, aunque trates de acallarlo por tu misma condición. ¡Cómo anhelo que te despojes del abalorio que insiste en colocarte aquella gente mojigata y prejuiciosa, sibila inseparable de tu inveterado destino, unida a un ente que ni siquiera te ha tocado como tú mereces y ávida por conocer a este tipo que llegó tarde a tu vida! Tu corazón se estruja y se vuelve ludibrio de tu propio espíritu que dejas colgado en el impoluto afán donde tu cuerpo junto al mío podrían fundirse en el más incólume deseo mutuo.
Entiendo que muy a tu pesar físicamente no podrás apartarte nunca de tu propia prisión exánime que te privó de conocer un poco más sobre tu entorno antes de asumir un estado que bien sea por compromiso o supuesto amor eterno aceptaste con la sumisión propia de una doncella. Es un venablo cruel que si bien yo mismo sabré como sacarme, dejará una cicatriz profunda que será parte de mi propia existencia para siempre.
Y aunque nunca pueda poseerte, no dejarás de ser cual piedrecita de jade, finamente engastada y colocada por la fuerza de un amor sublime, pero insatisfecho al fin y al cabo, en la danzante pluma de este singular hombre de versos.
Corazón de Jaguar
Carta a Jaqueline; Colección de Cartas: "Desde mi ser", 22 de Abril de 2015.
Querida Jaqueline, no puedo creer que me haya jugado una vez más ingrávida mi suerte. Empero, no tengo nada que reprocharte… a veces estando solo conmigo mismo me limito a mirarme al espejo y creo verme reflejado en el poeta de Jerez, ávido de amor pero que nunca pudo ser correspondido. Su alma atormentada y espíritu contrito por la desilusión y la melancolía terminaron por consumir su vida muy pronto; así que yo espero, en cambio, darle un pequeño giro a esta vida sentimental que me ha sido al día de hoy, mayoritariamente una avalancha de caídas y desilusiones.
He desnudado mi palabra al punto de distinguirte como la única musa de mis últimas composiciones. Allí estás tú, en cuerpo, mente y sentimiento. Si pudiera estrecharte entre mis brazos no dudaría ni un instante en que tú te sentirías como la misma consorte de mi universo literario. Fiel a tu inocencia, propia de una chica de provincia te descubro con la gracia que te caracteriza. Y aun siendo una mujer prohibida para mí, confieso mi deseo por hacerte mi esposa y darte una vida plena. ¡Qué más me da si peco aun sabiendo que me estás vedada tú! Es un impulso tan fuerte que simplemente no puedo controlarlo y únicamente lo que estoy haciendo es darle una vía de escape. Es mejor darlo a conocer (y de hecho, te lo dije personalmente y de lo cual no me sobreviene culpa o remordimiento porque en un principio desconocía tu situación) a que me carcoma el alma completamente. Por tanto, levanto mi voz, empuño mi pluma y sobre un papel, el único testigo de este amor fecundo por ti, te hago patente mi deseo:
¡Cómo quisiera, flor del firmamento
tocarte de los pies a la cabeza,
fundirme en la pasión de tu riqueza
y el numen de tu indemne sentimiento!”
Con el tiempo te has convertido en un tósigo y al mismo tiempo en un elixir de mi propia esencia. Tu mirada sobre mí es una invitación constante al rompimiento de los paradigmas establecidos. Ciertamente el amor que siento por ti es el mismo que tú sientes por mí, aunque trates de acallarlo por tu misma condición. ¡Cómo anhelo que te despojes del abalorio que insiste en colocarte aquella gente mojigata y prejuiciosa, sibila inseparable de tu inveterado destino, unida a un ente que ni siquiera te ha tocado como tú mereces y ávida por conocer a este tipo que llegó tarde a tu vida! Tu corazón se estruja y se vuelve ludibrio de tu propio espíritu que dejas colgado en el impoluto afán donde tu cuerpo junto al mío podrían fundirse en el más incólume deseo mutuo.
Entiendo que muy a tu pesar físicamente no podrás apartarte nunca de tu propia prisión exánime que te privó de conocer un poco más sobre tu entorno antes de asumir un estado que bien sea por compromiso o supuesto amor eterno aceptaste con la sumisión propia de una doncella. Es un venablo cruel que si bien yo mismo sabré como sacarme, dejará una cicatriz profunda que será parte de mi propia existencia para siempre.
Y aunque nunca pueda poseerte, no dejarás de ser cual piedrecita de jade, finamente engastada y colocada por la fuerza de un amor sublime, pero insatisfecho al fin y al cabo, en la danzante pluma de este singular hombre de versos.
Corazón de Jaguar
Carta a Jaqueline; Colección de Cartas: "Desde mi ser", 22 de Abril de 2015.