y hacia sí los llama y en sí mismo los viste y alimenta;
en las noches densas, cuando la oscuridad se cierne sobre el dulce corazón de las majadas,
porque azota y ruge la tormenta y asuelan los chacales la cruz de los collados,
- y al tornar el sol y descubrir las huellas del ataque, éstas son terribles,
pues el terror es muerte y ley -
entonces, mimosa y minuciosamente, por el interior del pecho se enciende el hilo/voz,
el hilo/aliento o son del dios zagal que nombra y llama;
[ay la dualidad carnal, pues a vida o muerte, aparentemente en Él entramos y de Él salimos]
… son el cielo y la tierra: los apriscos divinos de la libertad.
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