FELIZ AÑO NUEVO, PERO CON AMOR.
El año viejo se llevó al sol, sobre mi cielo aparece un nublado que cierra todas las puertas del entendimiento, menos una: La de la reflexión más profunda.
Apenas anoche soñaba recuentos, de extrañas cosas que suceden cuando la humanidad despide a un año que se va: Cohetes, música, risas algarabía, la familia y los amigos reunidos para esperar las doce campanadas y apurar las tradicionales 12 uvas de los buenos deseos, el brindis con sidra con champaña, con ponche caliente, con refresco de cola o con lo que sea, pero apurar la copa en el último minuto del moribundo que se va a descansar para siempre, se ha convertido en un verdadero ritual para propios y extraños.
Desde el hogar más humilde, hasta en el de más alto y refinado protocolo, no faltan los abrazos, las sonrisas, y ese desear que al otro le vaya bien, olvidando por un momento las ofensas, los odios, las indilgencias, los malos sabores de boca, las rencillas y hasta los rencores. Todo mundo se abraza al propósito de empezar un año más, pero de manera diferente, o por lo menos acariciar la esperanza de no cometer los mismos errores.
Sin embargo al calor del alcohol, el ego se desinhibe, empieza a discutir, y en el sopeso de la soledad, el terco siempre quiere ganar: “No pero es que ella me dijo que me quería a mí”, “Es que no sale de la casa de su mamá”, "No entiendo porqué me dejo", etc. ¿Qué misterio encierra ese fenómeno del siempre querer tener la razón?, ¿Qué necesidades se esconden tras esa cortina tan absurda?. ¡¡Y todos los años… es lo mismo!!
Observemos pues amigas queridas, que si bien es cierto todos queremos recibir un año nuevo feliz y con mucho amor, nunca falta una mosquita negra dentro de la leche, eso es común (por no decir normal), sin embargo es justo reconocer que nadie tiene derecho de fregarle la vida a nadie con cinismos desmedidos, críticas mordaces y exigencias de cualquier naturaleza, y en estos casos, alejarse de estas personas resulta un acto liberador, no es obligación aguantar patanerías, groserías ni sátiras palabras ofensivas o hirientes, y no es que nos volvamos arrogantes o antipáticas o que hayamos cambiado, pero como dice un refrán, “Simplemente es que a cada quien le debes dar el lugar que se merece en tu vida” … le guste o no, da lo mismo.
Entonces, para empezar un año más en nuestras vidas, no estaría sobrando adjuntar a nuestra lista de nuevos propósitos, elaborar una reingeniería humana, es decir: Reconstruir las áreas o zonas más conflictadas de nuestro diario vivir. Empezar por las prioridades, los principales impedimentos que se nos presentan para avanzar hacia nuestro crecimiento interior. Y no olvidemos dar gracias, rendir tributo y honor a quien honor merece. Dios.
Recuerda. “Esta vida no es eterna para nadie, es un regalo, una aventura, un aprendizaje, una celebración, un hermoso viaje… ¡Disfrútalo, con amor!
Autor: Doral.
(Derechos Reservados)
Diseño: "Doral"
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