VELADA DE AMOR
Cuando el silencio busca el abrazo de las sombras,
y la noche se acomoda para reinar sus últimas horas,
al no dejarse escuchar, de los grillos su alegato,
sólo el tic tac del viejo reloj, en meneo moderato.
Compás que arrea, la parvada de emociones,
para que debajo de las sábanas, pongan emboscada,
y asalten tu desnudez, al caer de golpe los camisones,
dejándote la piel, de caricias completamente aglomerada.
Así, los lánguidos parpadeos de los cirios aromáticos,
se sientan en sus movimientos, vigorosos y acrobáticos,
siendo testigos, de la sensualidad plantada en las caderas,
de lo escénico a media luz, de una esfinge con aceras tersas.
Por donde se avanzaría, a lo que seria una velada de amor,
acto que te reclama, emplear de lo más sublime lo mejor,
desamarrar del todo la pasión, como si fuese la última vez,
así dejar la esencia de la entrega, untada entre tez y tez.
José Estrada
Cuando el silencio busca el abrazo de las sombras,
y la noche se acomoda para reinar sus últimas horas,
al no dejarse escuchar, de los grillos su alegato,
sólo el tic tac del viejo reloj, en meneo moderato.
Compás que arrea, la parvada de emociones,
para que debajo de las sábanas, pongan emboscada,
y asalten tu desnudez, al caer de golpe los camisones,
dejándote la piel, de caricias completamente aglomerada.
Así, los lánguidos parpadeos de los cirios aromáticos,
se sientan en sus movimientos, vigorosos y acrobáticos,
siendo testigos, de la sensualidad plantada en las caderas,
de lo escénico a media luz, de una esfinge con aceras tersas.
Por donde se avanzaría, a lo que seria una velada de amor,
acto que te reclama, emplear de lo más sublime lo mejor,
desamarrar del todo la pasión, como si fuese la última vez,
así dejar la esencia de la entrega, untada entre tez y tez.
José Estrada
Louis
